Saberse acompañada en lo nimio es tan puro como beber agua de un arroyo que corre, agua agarrada -si acaso eso es posible- entre las dos manos. A veces se me viene la sensación de estar estancada y luego veo que me nutre la gente a la que quiero; si soy un árbol que crece alto y no un pájaro que recorre el mundo, el paisaje es también lindo de apreciar.
Nunca tuve expectativas muy altas en relación al nado que será mi vida, ni sé en que animal de viento me transformaré en el futuro, pero si el inicio marca el final y si es cierto el eterno retorno, no me faltará un abrazo que consuele, ni una sonrisa que me despierte o me arranque, por un rato, del dolor profundo de no saber qué y, sin embargo, esperar.