Me aferro a un recuerdo más de lo que me aferro a un momento.

Los olores, el clima, la comida, todo me transporta a un pasado.

A uno mejor.

Un pasado más vivo, en colores, en sensaciones, en pensamientos.

A veces no tenía que preocuparme de muchas cosas.

Mi nostalgia me gana muchas veces

Encuentro fascinación en historias antiguas más que en viajes al futuro y ciudades cultivadas por la tecnología proveniente de hipótesis y especulaciones.

Quizá este sea un pasatiempo más, uno naturalizado en mi ser.

¿Será que la vida en ese entonces tenía más color? o ¿será que ahora mi vida fue perdiendo esos tonos alegres?

¿Será que antes no desconfiaba tanto de lo que sentía como ahora? o ¿será que mi exceso de pensamientos me llevan a desconfiar?

El recuerdo de lo que alguna vez fui, de lo que alguna vez quise ser, me invade.

No desprecio mi vida, solo me doy cuenta de que pudo haber sido mejor.

¿Por qué no puedo disfrutar del presente así como del pasado?

¿Por qué mis mejores recuerdos son de otrora realidad?

¿Acaso me perdí en el tiempo?

Todo es más difícil conforme el tiempo avanza y pareciera que es aún más difícil que las cosas, las personas y los momentos perduren.

Pero, ¿realmente es tan difícil?

Antes quería ver mi futuro, saber que sería de mi.

Ahora quiero ver mi pasado, buscando una explicación de como fue que llegué hasta acá .

¿Realmente quiero vivir el pasado otra vez?

¿Será que estoy buscando una excusa para escapar un rato de mi realidad?

Es curioso como antes las personas veían con fascinación -y hasta con miedo- el futuro, siempre se imaginaban más allá, y que ahora nosotros siendo el futuro queremos volver al pasado; para así tener, también, la misma fascinación y ambición una vez más.

«Antes todo era más fácil», frase que seguro habré escuchado un millón de veces.

Pero, ¿realmente fue más fácil? 

¿O acaso es que antes había menos tiempo para pensar en la dificultad de las cosas?

Quizás nos preocupa el entremedio de  lo viejo que nunca termina de morir y lo nuevo que nunca termina de nacer.

Un vacío inconcluso entre lo que una vez fue, y se niega a irse, y lo que va a ser, que se niega a aparecer.

Sin embargo, el recordar es lo que hace la diferencia entre estar vivo y no estarlo.

Porque después de todo, ¿qué es la muerte si no la pérdida de recuerdos de todo lo que vivimos?

Moriremos del todo cuando nadie nos recuerde, cuando nadie tenga nostalgia al pensar en nosotros.

Por eso, mi nostalgia me fascina, pero no quiero vivir de ella.

Mi nostalgia es la que me hace recordar que a pesar de todo hubo un tiempo en el que fui mejor y peor persona.

Mi nostalgia me permite ver qué fui feliz, aunque en el camino hubiera momentos en los que fui triste.

Amo mi nostalgia.

Si la olvidara, ¿qué o quién se supone que soy ahora?