Me volví víctima de mi propia militancia,
la marcha comenzó a pesar y mis brazos trataban de sostener las banderas que tan amurallada me contenían.
Me volví ejecutora del auto adoctrinamiento y baje línea como quien dice: «Perón o muerte».
Si algo en común tenemos con el general,
es que al amigo todo y al enemigo ni justicia.
No encontré juez que me defienda de mi misma,
y la cárcel se volvió mis intentos por sostener ideologías que ya de nada me servían.