Cabizbaja todo el día. Miré la pared blanca de mi dormitorio, esperando el anochecer desde el amanecer.
Cené sin ganas, observando los cubiertos descansar en el plato mientras me hablaban.
No quise contestar si me preguntaban.
¿Rechazo mi sueño y elijo una profesión?
recuerdo haber derramado todas las lágrimas de mi cuerpo el día que te fuiste
así que tuve que elegir entre seguir llorando o tomar partida
seguir siendo empleada o estudiar
o quizás irme al campo donde nos paguen por pasar el rato.
Seguí comiendo sin hambre, otra vez no me gusta mi cuerpo, vuelvo a abrir la heladera y miré tu retrato
preparé tu comida favorita
y salí a buscar trabajo.
Caminé por Corrientes, caminé sobre palomas, como sobre clavos que yo misma clavé
cabizbaja, pecho erguido, con paso decidido
sin perder el tiempo a menos que quiera un café.
Llegué a un local, sonriendo, como debe ser
con una pollera y un escote
mala suerte, el gerente era gay
le dije «hola, gracias por recibirme
estoy necesitando un salario,
ya no soy tan joven y no estoy tan motivada
pero tengo un cuerpo al que alimentar
aunque lo odie»
Luego volví, abrí mi heladera
y otra vez estabas vos, acostado de espaldas
recordé mi grito luego del orgasmo
recordé mi llanto luego del beso
y mi caminata bajo la lluvia
mientras te ibas enojado.
Salí a la calle y tuve una sensación extraña, como si estuviera dejando el suelo. La sensación de ser sostenida por el aire, ligera.
Caminé hacia atrás intentando encontrar estabilidad
no me gusta perder el control
seguramente no esté echa para este mundo.
Caminé sola
las hojas caían más rápido que mi andar. Luego, de noche, agarré mi guitarra
la hice llorar, no sé si de pena
o de alivio.
Compré un láser y jugué con mi gato en la oscuridad.
Miré las paredes blancas
esperé el amanecer desde la mañana hasta la noche
mamá me dijo «esto no es vida, no podés terminar así
no te parí para verte llorar
hacé algo con esos diez dedos
vas a ver que la plata es elegante
incluso si estás fuera de la ley»
Volví a mí
y me encontré queriéndote
y vos ya te habías ido
no sé a dónde
pero tengo el recuerdo mentiroso
de haberte visto caminando
feliz
sin mí
sobre España.
Y supe esta vez
no esperarte.
Entendí
tus pocas ganas de volver.