Un día nuestro hijo va a mirarnos

con mis ojos rasgados y tus cejas negras

desde el otro lado de mi piel

para preguntarnos 

“¿Cómo se conocieron?” 

y le vamos a decir: “eso no importa”. 

O va a hacer la pregunta incómoda

“¿De dónde vienen los bebés?” 

y vamos a tener que confesarle

“de los besos en el ombligo

pero no importa”. 

Nuestro hijo también va a incursionar   

“¿Dónde estuve antes?” 

y vamos a tener que confesar

 “vos siempre estuviste acá, 

entremedio de nosotros”.