La vida en la mochila porque no entra en los bolsillos,
la vida en la mochila porque cuesta aterrizar.
No me gustó admitirlo, pero vivo escapando.
No me sorprende sentir que no tengo descanso
si lo único que sostiene mi cabeza es mi cuerpo
Y ni en mi cuerpo me siento en casa.
Se parecen demasiado,
ruidosos y desordenados. Yo nunca fuí dueña de nada
mucho menos de la calma, que no se puede comprar
Maraña. Temblores susurrantes se me enredan en el pelo
aunque aprendí a desenredarlo hace bastante tiempo
Cuando era chica lloraba con la cabeza clavada a la pared y el peine en otras manos
Un día me peinaron con amor, otro día fue demasiado.
No soy una Lasagna