Gabrielle Novalis (aunque prefiere que le digan Gabriela: “suena mejor”, dice) nació en Toulouse, Francia, en 1989. La conocí en 2018 en un hostel en el centro de Londres. Formaba parte del equipo contrario de beer-pong, aunque más acertado hubiera sido llamarlo wine-out-of-a-box-pong. Ninguno de los dos recuerda como descubrimos que ambos escribíamos, pero ella me asegura que fue porque alguien dijo algo de la letra de una canción que sonaba en la radio. Su inglés era impecable, su español atroz. Me contó que había abandonado una carrera en Literatura y hacía 7 años estaba dando vueltas por Europa, siendo moza la mayoría de las veces, cuidando niños algunas, recitando en las plazas las menos. Cuchicheamos en una esquina de esa sala de juegos hasta que no quedó nadie. Me dijo que creía que era ninfómana y que escribía poesía erótica en la misma oración. Me dijo cuatro veces que le gustaba mi arito. Nos despedimos con un abrazo larguísimo de borrachos que se aman momentáneamente. Hablamos muchísimo durante la pandemia. Antes de traducir tres poemas de “Speaking in Tongues”, su segundo libro, le hice una breve entrevista: 

      

¿Qué te llevó a escribir? ¿Qué escritores te influenciaron?

La mayoría de los niños pasan por una etapa en la que dibujan cuerpos desnudos, para bromear, para entretener a sus amigos, para entenderlos y entenderse en relación a ellos. Yo elegí la poesía para hacer lo mismo. La única diferencia es que nunca pare. Vivir los dos años pandémicos enjaulada en un séptimo piso afianzó la obsesión y la convicción de aunar esos dibujos en un librito. Muchas de mis influencias aparecen y hablan en los poemas. Particularmente e.e. cummings y Bukowski estuvieron entre los mas charlatanes.

     

Personajes históricos y ficcionales: ¿cómo los elegiste?

Algunos fueron surgiendo por lecturas que estaba haciendo en ese momento. Algunos, como Cleopatra y Zheng Shi, DEBIAN ser escritos. Con algunos me dejé llevar por cierta abrumadora licencia poética. Otros los elegí por pura irreverencia. Nous ne prenons absolument rien au sérieux.

    

Literatura erótica: ¿género contracultural?

Para nada. Con el boom del fan-fiction y sus universos secuelizables indefinidamente lo erótico se ha vuelto casi cotidiano. Digo casi porque es un género fundamentalmente bastardo, popular pero subsidiario a otros, o directamente categorizado como literatura mediocre. Siempre me interesó esa doble dimensión: tabú y tesoro. Por suerte escribo casi exclusivamente para calentarme a mi misma.

             

¿Hasta qué punto informa tu obra lo biográfico?

Casi en su totalidad. Es más divertido escribir sobre cuerpos cuando se práctica con cuerpos. Toda cara es una máscara. Todos podemos ser un día el lobo y al otro Caperucita. Vos lo sabes bien. [El entrevistador no lo sabe.]

      

¿Qué te llevó a escribir en un idioma diferente al materno?

En principio tuvo que ver con poder leer mis poemas en los lugares a los que viajaba. Cierto inocente impulso globalista que solo posibilitaba el inglés. (Y que intenté replicar con decidida peor fortuna con el español.) Escribir en otro idioma pone una distancia con la materialidad del lenguaje que me pareció fundamental para tratar lo erótico. En esa distancia justa, creo, ni demasiado en primer plano, pornográfica, ni demasiado alejada, intelectualizada, es dónde se pueden tocar las notas más dulces.

   

Comparaste tu poesía al dibujo y ahora a la música…

Creo que todo el arte se retroalimenta. No hay que desmerecer la experiencia sublime que es hacer el amor escuchando La Follia de Vivaldi, o tras contemplar largamente Hilas y las Ninfas de Waterhouse. En este sentido me emparento con los escritores imagistas y la dimensión fanopoeica del lenguaje. Hay imágenes de luz, sonido y furia que solo puede crear la poesía.

     

¿Por ejemplo?

Vas a tener que leer el libro para descubrirlas. Nada de espiar.

    

    

Y Robin Hood le dijo a Lady Marian

  

Está entrando la luz del sol,

cerrá la puerta.

Dejá el cesto de frutas al costado de la cama,

dríada castaña que invade mi hogar.

Y vení, pero te advierto:

mis pies están calientes

pero mis manos están frías.

Quizás puedas calentarlas

con tus soleados labios

o con tus muslos,

rociados ambos 

de jugo

llegado el mediodía.

   

Y Scheherazade dijo

  

Dicen

que hay un lugar secreto

entre la arena:

un oasis.

  

Sobre una solitaria duna

coronada,

por diseño,

con penumbrosos arbustos.

  

Ahí,

dicen,

el desértico sol

da regio consejo.

   

Los bizantinos

hace siglos

lo llamaron

Monte de Venus.

   

Y que suerte,

oh Shahriar!

El mapa

en mí llevo!

   

Y Gala le dijo a Dalí

  

Sentime marchar

como un camino de hormigas

sobre tu vientre.

  

Tus ojos mariposa

revoloteando

entre mis dedos.

   

Tu cabeza

en alto, prendida fuego,

como la de un cameleopardo.

  

Voy a desfilarte

en puntas de pie

por el cielo.

   

Voy a hacerte

repetir mi nombre

hasta que te deslices

como clara de huevo.

   

***

   

And Robin Hood said to Lady Marian

   

The morning light is getting in,

close the door.

Leave the fruit basket beside the bed,

brunette dryad that invades my home,

and come in, but beware:

my feet are warm

but my hands are cold.

Maybe you could temper them

with your sunlit lips,

or with your thighs,

dewed both

in juices

come noon.

  

And Scheherazade said

   

It is said

there is a secret place

between the sands:

an oasis.

   

Atop a lonely dune

crowned,

by design,

by shady bushes.

   

There,

it is said,

the dessert sun

gives royal counsel.

   

The byzantines

ages afar

called it

Venus’s Mound.

  

And what luck,

oh Shahriar!

The map

I have on me!

   

And Gala said to Dalí

  

Feel me march

like a trail of ants

over your abdomen.

  

Your butterfly eyes

fluttering

between my fingers.

   

Your head

held high, on fire,

like a camelopard’s.

  

I’ll parade you,

tip-toeing,

through heaven.

  

I’ll make you

repeat my name

until you slide

like an egg-yolk.