Con la cruel melodía de la melancolía comienza aquella, estresante, danza del amargo insomnio, donde las malas costumbres madrugan, llenando el pronóstico de áridos recuerdos, cuales agotan hasta la mínima chance de un dulce sueño.

Deambulando, intentando hallarme, entre lo que quiero ser y lo que creo que soy. Despojado y prisionero del miedo a rozar con lo que temo. Tarareando esa tortuosa sonata, compuesta de inseguridad e incertidumbre, provocando que los grotescos fantasmas del ayer madruguen, destapando los muertos del placar.