Cuando uno nada siempre destaca uno de dos momentos: el ser capaz de ver, en el agua, aquello que está debajo de él, o por el contrario, la incapacidad de no poder hacerlo.

Siempre juegan sumergiéndose pero nunca tocando el fondo, o al menos no por mucho tiempo. Nos quedamos evitándolo, aun cuando el agua es cristalina, lo hacemos igual. Es como si estuviéramos flotando en aire sin mantener los pies en la tierra. ¿Quién no ha nadado solo para evitar ese piso al solemos llamar vida?

Las personas vivimos nadando esquivando ese subsuelo problemático que tenemos. Tratamos de no tocar nuestros problemas, pensamientos o sentimientos. Siempre que nos movemos es mirando hacia arriba, intentando ignorar todo lo demás. Triste es la realidad, porque siempre llega ese momento donde ponemos los pies sobre la tierra. Siempre va a haber algún momento donde nos cansamos de aquella acción de nadar, análoga de esperanza, y terminamos hundiéndonos de a poco. Pero el problema no es aquello que somos conscientes que evitamos, sino es lo que no sabemos. El verdadero terror aparece cuando estamos sumergiéndonos con la incertidumbre del dónde. Cuando estamos hundiéndonos sin la capacidad de ver la profundidad es cuando estamos en problemas.

Agotados por el exceso de falsas esperanza, viviendo nadando y siempre con temor a actuar, es cuando poco a poco el agua empieza a oscurecerse. El mar no se ensucia solo, es la persona quien lo hace. Nosotros somos quien envenena la piscina y a su vez, se obliga a sumergirse. Una esperanza sin accionar propio es como esperar a que la piscina se limpie sola. Hay que alimentar las esperanzas con hechos como a la piscina limpiarla con las manos. La oscuridad del agua la determina la acción o inacción del nadador.

La persona que viva nadando, o simplemente evitando las cosas que lo perturban, está destinada a ahogarse en su propio pasado. Porque cuando va ignorando no para hasta llegar al olvido. Ya no sabe que estas esquivando, nada para no caer en lo desconocido ¿Y cómo solucionas un problema que no sabes cuál es? Solo queda caer a la profundidad, atemorizado, y recordar aquello que escondiste bajo la alfombra, o en este caso, en las profundidades.

Solo aquel nadador que tenga el valor de dejar su rol va a ser quien triunfe en su carrera contra el mismo.