te tributo
gratĭa
como a un emperador.
como al sol,
deslumbrante;
todo el oro negro
del mundo,
bajo tus pestañas.
te veo
atentamente,
como nada he visto,
y me quemo.
qué no daría yo
por vos.
un imperio
pende de tu boca.
si me besaras,
me volvería reina.
tus manos abarcan
ejércitos enteros
de arcos y flechas,
que me atraviesan.
sos un ser divino,
más allá de lo imaginable.
pesás mi corazón
en una balanza,
y me das el tuyo,
en un ritual sagrado.
ahora,
no sos más que humano,
después de tanto andar
por la Tierra.
pero te prefiero así.
fue en tu humanidad,
en tu más perecedera e imperfecta mortalidad,
que más te amé.