I
todos los amores que imaginé
estaban hechos
de fragmentos
de imágenes
desenfocadas,
y un rostro sin nombre,
aunque yo
te designé, denominé, llamé
—tenés cara de: —.
un frankenstein
de lo que quise que fueras.
mi primer amor
imaginario.
(vos,
desconocido.
extranjero en mi imaginación.
si me preguntás
por qué te miro,
voy a decirte
que me recordás a alguien.
¿quién?
no sé)
II
no sé qué canción
estarías escuchando.
bailes a las tres de la mañana
en la habitación.
sonreí desde el colectivo
y miraste para atrás
interrogando silenciosamente:
¿Yo?
Sí, vos.
(porque antes
yo no te sabía.
prefiero
que siga siendo así
porque el vos que sos acá,
es otro
del que probablemente
seas allá.
tu alter ego
de las líneas)
III
alguien
me devuelve la sonrisa
desde dentro del colectivo.
cómplices
de una atracción fugaz.
ambos sabemos
que no volveremos a vernos.
(ahora jugás a ser
la incógnita
del un final abierto,
o ese diálogo secreto
entre dos personajes,
donde los demás interrogan
y ellos sonríen ambiguamente,
y nosotros nunca terminamos de saber
lo que se dijeron.
lo que uno de ellos
susurró
en el oído del otro.
esa frase.
esa única frase,
que ni siquiera el autor conoce.
aquí la autora soy yo,
y yo no te sé)