“La vida y la muerte/ bordada en la boca”
Romance de Curro el Palmo – Joan Manuel Serrat – 1974
Me levantaba a las 6. 45 minutos para desayunar. 15 minutos esperando el bondi. Llueva, nieve, haya 10 grados bajo cero, o no. Empieza el cachengue. Por suerte voy sentado desde Villa Lago Gutiérrez. La cana, los mismos de todas las mañanas. El no-lugar del bondi, el no-lugar de los conocidos, porque yo a esa la conozco, la que va con la nenita; ¡ah!, ¡bueno!: el gordo al final le dio el asiento, menos mal. “¡Paratrás, paratrás!” dice el chofer. Así, empapado, empieza el primer cafecito mundano de la mañana que viene con olor a leña, a humedad, a transpiración, al polvo de anoche, la mirada fija en el celular, la que va dormida, los mensajitos que suenan, dos que conversan entre sí, el padre que no mira a la nena. Los nenes son los que hablan. Los que van a la escuela, vestidos con el guardapolvo, como yo, y allí van; al laburo.
Todo esta gente. Más de 45. Apretujados. Y eso que este es el refuerzo. Como todos los días de lunes a viernes. Una hora de viaje. Marcar, poner el dedito, y: “¡A laburar se dicho, pichón!”. Buen día, buen día, saludito, el que se pone el perfume, la otra que tuvo una mala noche, la que saluda siempre con una sonrisa, el que viene de comprar la torta frita, la otra que se trae el cafecito, la que comienza el mate pero no te convida (vaya a saber por qué). No. Me voy a preparar un mate, voy al baño, me echo un meo. Me meto en la oficina. Prendo la compu, veo los mails. O arranco, depende el día, con el laburo de ayer.
Y luego, a salir, los días que me toca con mi hijo, lo veo a mi hijo: una hora y media de bondi, si hay que volver ese día: 3 horas más para llevarlo y volver a casa, a morfar, mirar la tele, si tengo ganas y tiempo: miro la serie y después me acuesto, pero duermo, eso sí, tres horas y media, cuatro no 6 u 8. Y sino, si no me toca, entonces una hora y media, mínimo, hasta que llego a casa, me acomodo, busco la leña, si no llueve mucho. Luego el fin de semana, si no llueve o lloviendo hay que cortar la leña igual.
Y así. De lunes a viernes. Los amigos, las charlas, algún fin de semana sé que ni cojo ni salgo, pero otros, otros salen, se van a comer algo con amigos, hicieron una cena…
Y de repente: ¡la santa bomba nuclear! Y empiezan los llamados. 40 días de llamados, de todos lados, de gente con angustia ante la muerte. Porque era eso: angustia ante la muerte. “¡Devuélvanme la vida de mierda que tenía!”, “¡Devuélvanme el mundo de mierda!”, “¡Déjenme salir!”, “¡Esto es una dictadura!¡Es una dictadura!”. Y cual si hubiera sido una premonición: tuvieron su 2008. El lado Magnetto de la vida sale a festejar. El lado Magnetto de la vida, diría Víctor Hugo, sale a festejar. Más de 30.000 muertos. 16 de marzo. O era 19? O 17?. ¿Cuánto hace que estoy acá?. En mi casa. Conmigo. Con mis cosas. Mi mundo.
Tengo, 5 horas más para hacer con mi vida lo que se me cante las bolas. ¡5 horas! 5 horas, las 24 hs. del día.
“Qué bueno, que estamos todos juntos” las primeras planas de los diarios “Nos cuidamos entre todos”. Y después: ya sabemos: acá estamos. Pero ya está, lo peor fueron esos 40 días.
40 días que, los que estaban en familia se entraron a preguntar: “Este que tengo al lado ¿es el tipo que amo?”, “Listo, hijos, la pasamos bárbaro”. Y 15 días después: “Pero… no son vacaciones… y hay que ayudar en la escuela… eeeehhh”, “¿Amo a estos monstruos que son mis hijos?”, “¿Estos son los padres que nos tocaron en suerte?”, “¡Qué lindo, chabón, que nos tocó estar juntos! ¿Sabés que descubrí que te amo?” y el chabón como loco. “¡Te extraño amiga!!!¡Te extrañoooo!”. “¿Y los viejos?”. Y los viejos solos, salvo que vivan con los hijos, con los nietos, con las cuñadas, los cuñados… todos juntos. Si no tenías laburo antes es más de lo mismo, total: ¿Para qué vas a salir de casa si igual no tenías plata para tomar el bondi?. Pero “¡Devuélvanme la vida de mierda!”, “País de mierda!”, “Esto solamente pasa acá”.
Dije, se lo dije a todos: nosotros éramos, somos y seremos los mismos que éramos, somos y seremos antes, durante y después de la pandemia. No somos otro. A los sumo a alguno se le movió un poco la estantería, pero después que se le terminó el cagazo de la muerte. ¿Cuánto?¿6 meses de “vida normal”?¿Un año? Para comentarlo como si fuera el mundial ¿O va ser como fue esa mala noche, que fue el Proceso, que hubo penas y olvidos? Porque acá nadie es responsable. Acá no fue cívico-eclesiástico-militar el asunto. Acá es otra cosa que empezó un 24 de marzo.
A la sociedad hipócrita de mi infancia donde todos éramos felices y buenos, y había tiempo para la historieta y para hacer los deberes, jugar con los amigos, tomar la leche, andar decentemente vestido o para sacarse el overol y ponerse en pantuflas, como el viejo del Rúben, cuando venía, después de laburar, cuando tocaba el pito (a las 5 de la tarde) en la estación Spur, y allá se venía los 6 kilómetros y pico en bicicleta hasta la casa con el overol, si le había tocado, lleno de grasa y sino bien duchado porque había ducha en esa época en el ferrocarril que era del Estado. Y en cada fábrica. ¡Y claro! Bahía seguía limpita, ya sabemos de qué hablamos, ¿no? A buen entendedor, pocas palabras, pero… 4,4% de desocupación 3,2% de pobres (a), 21 millones y moneda de habitantes o sea 800.000 pobres y así… y así…
Pero lo mismo no es lo mismo, ahora estamos en casa: “Sálvese quien pueda”, “País del orto”, “Los argentinos somos una mierda”, “A mí nadie me regaló nada”, “Los negros de mierda”, “Estos hijos de puta, ¡los odio!”…. Una libertad normal, de mierda. ¿Y el que está en el espejo?¿Soy yo o la sombra de lo que era el que está en el espejo?. Miro.
Miro las cosas queridas que hice con mis manos, los asados, los cumpleaños. Hay un chico choreando fruta y subiéndose a los techos, metiéndose en las casas abandonadas que me anda dando vueltas. Estoy más feliz que perro con dos colas.
“¡Devuélvanme la vida de mierda!”, “¡Déjenme ser libre!”, “¡No! Si estos K del orto…”, “Todo mal”. Todo mal , ¿eh?. Hay que estar mal. Eso es lo importante. Si se hacen las cosas bien, hay que estar mal igual, hay que darle la “vueltita”, mínima. Que sea el vaso medio vacío, así ganamos, así somos “leucocito” (como le dice la Clarita): pasamos los 10 mil “¡Vamos todavía!”, no alcanzó a ver la cámara que lo tomó al costado del set y que se viralizó, pero qué importa, total quién se acuerda ¿26 de noviembre quién se acuerda?: “leucocito”, agosto 2020. “¡Vamos todavía!¡Pasamos los 10 mil!” (b). Total, tuvimos 30 mil desaparecidos ¿Por qué no vamos a tener 30 mil NNs más? ¿75% cuánto es? ¿Mayores de 75 años? “Yyyy…”, la verdad que sería una gloria si no fuera porque era el querido de alguno o la querida de alguno o alguien lloró o no se pudo despedir, la verdad que sería una gloria: porque toda una generación de mierda, hay 30 mil menos de esos, un poco más. El resto, son de menos. ¿Y la enfermera?¿Y el que está perdido en una salita de guardia en el medio del bosque chaqueño?¿Y la flaca y los chabones? y ¿Les les? 8 meses seguidos: vestirse como astronauta: 40 minutos; desvestirse de astronauta: otros 40 minutos; y viene el otro paciente; y el hospi colapsado… Y yo acá disfrutando de mis 35 horas semanales recuperadas para verme y olerme y tocarme. Me acuerdo de la revista “Lúpin” y reaprendí un montón de cosas de electrónica y armé circuitos; y sembré; y metí las manos en la tierra; e hice muebles; y leí; y dibujé; hasta me puse de novio a la distancia, ¿mirá?. Hasta el amor llegó.
Pero… “¡Devuélvanme la vida de mierda!”. “Quédensela, les digo yo. Quédensela toooda. Toooda, todita. Eso sí, encárguense, si pueden y tienen tiempo y ganas, de devolverle la vida “de mierda” a los que se cagaron muriendo porque queremos la “normalidad”, ¿no?, no se vayan a olvidar. Acuérdense; nosotros somos derechos y humanos, ¿sí?
Los compañeros troskeados, en la misma de siempre… votaron Sierra Maestra y no tuvieron Sierra Maestra, se avivaron tarde, pero, ya se sabe: ellos son la vanguardia iluminada y siempre fueron por más y les huele a poco lo mucho. Esos también se encargan de hablar de la impresentable de Bullrich que ya tenemos bastante conque hable a través de los medios, ¿no? Les encanta hablar de esos, como yo estoy hablando ahora… de “leucocito”, ¿no? Y leucosote. ¡Me-e-n-can-ta!: “Y ¡no!, ¡¿cómo van a sacar la IFE?!”. Peeerdón. ¿La IFE estaba antes? O ¿vino por la pandemia? ¿Por qué no hay que sacarla si a noviembre el 85% está laburando?¿Vos sabías que había, que hay ,11 millones de personas que no estaban registradas en el Estado? 11. Millones: un cuarto de la población. Los pibes menores de 14 años, el 52/54/56% (c), comen, en promedio, una sola vez por día. ¿Y hay que arreglarlo ahora yá-yá?, ¿en la pandemia?, ¿antes no?. Cuando era la mitad de los 800 mil en 1976, ¿ahí no había que arreglarlo? O cuando fueron 2 millones y medio en el ‘86, ¿ahí no había que arreglarlo?
¿Cuándo nos olvidamos que había que arreglarlo y era más importante la cotización del dólar? Que si sube el dólar, se traslada a precio. Yo me acuerdo en la secundario, incluso en la universidad y ya Caballo y Martínez de Hoz habían hecho lo suyo: mi vieja pasó a ahorrar en el plazo fijo, pero el dólar no se trasladaba a precio. La primera híper fue el Rodrigazo y se trasladó a salario: cayeron los salarios reales. Meses después llegaron los Tres Grandes del Buen Humor y… ¿Qué es la devaluación?¿La devaluación?¿Eso que miraste en el espejo a los 15 días de cuarentena estricta?
Se murió la Negra: la perra de casi 18 años que tenía mi vecino y lloré con los pibes y su ex. Se murió el Diego, se murió Pino…. ¡qué manera de morir gente!, ¿no?. El amigo de mi amigo, se murió, 40 años… y el viejo. Pero “Todo lo que tengo, lo hice yo”, “Yo solo”, “Yo con mi laburo”, “A mí nadie me regaló nada”.
Y esta chica que está acá conmigo hace 5 meses, ¿la quiero? Esa señora de cada mañana en el bondi, a esa nena que es su hija, ¿la quiere?, ¿se quieren?, ¿las quiero yo?. “Naaa, si está más bueno ir a tomar cerveza con los amigos que esta garcha”. “Parece que organizamos una fiesta clandestina”. Pasar a la clandestinidad era algo menos pelutodo que esto. No creo, menos peligroso. “¡Qué importa! Si es siempre lo mismo”. Para mí no es lo mismo. Para todos no es lo mismo. Aunque fuimos, somos y seremos los mismos antes, durante y después de la pandemia.
Hay gente a la que se le murió gente. Más de 30 mil. Se murió el Diego.
Ojalá, ya que están todos los científicos del mundo, cientos de miles, investigando, a ver si descubren, cuándo empezó el olvido. Yo intuyo que fue cuando esta señora se nos hizo tan patente, un marzo, como el de este, y quitamos nuestra cara del espejo, pero no fue para celebrar la vida. No fue para ver al otro.