Sin termómetros no hay aire
Primer capítulo Acaban de meterme el termómetro por la oreja. Ya estoy acostumbrada, me quedo quieta. Es normal que sientas
Primer capítulo Acaban de meterme el termómetro por la oreja. Ya estoy acostumbrada, me quedo quieta. Es normal que sientas
—A las doce tenés que llegar a casa —dijo su hada madrina, o quizás la pobre madrastra de Cenicienta, totalmente
Nada de opiniones ni juzgamientos; me gusta tener un panda en la espalda, ya se lo dije a mi médico.
Habrán leído en un manual de objetos la utilidad de cada cosa inerte, aunque es posible que no lo razonen,
Mi prima ya me había comentado la situación difícil por la cual atravesaba Carla, que teníamos que llamarla dos horas
Ya te volviste loca. No trates de pensar en los motivos, solo pegáte un cartel en la frente que diga.
La prevención ante todo —Mamá, ¿por qué te miras tanto? —Porque siempre hay que revisarse, mi amor. — ¿Y