Las gotas caen cesantes
sobre mi piel impenetrable
se derraban en laberintos sin sentido
deambulan por mi cuerpo
y se desvanecen falleciendo
en un mar de nada
–
el tiempo es infinito
y la mirada se pierde en lo profundo
el agua está caliente
–
en mi pie una gota
única
individual
helada y errada
cae una
y otra
y otra vez
–
recorre mis nervios
esa sensación estática
como mi dolor
me limpio las heridas
para suponer que ya no están
para pensar que el agua las invade
y las inunda
pero mi mente las hace arder
como si el jabón las tocara
–
la presencia vuelve a su principio
y recuento los minutos
que quedaron amarrados a mi consciencia.
ya no hay más tiempo
ya no hay más agua.