durante toda mi vida luché contra la escala de grises.

me refugié en un arcoíris,

me dormí sobre las nubes y hablé con los animales.

le canté al cielo y armé coronas de flores.

lloré desconsoladamente al ver un árbol en llamas,

y observé a las hadas posandose en las imágenes de alguien que hacía algo que amaba.

le dediqué canciones de amor eterno a mi perro

y despedí a mi gata con un poema cuando no hubo entierro.

pedí deseos a los dientes de león, 

a las estrellas fugaces y a las pestañas caídas

reservándolos para aquellos días en los que me sentía perdida y no divisaba salidas.

conté cada vaquita de san antonio y creí en toda hora espejo, pensando en ellas como guías para mejorar algo más que solo mi reflejo.

leí sobre mundos compartidos en las estrellas,

y soñé con un futuro en una de ellas.

tenían múltiples luces y críaturas desconocidas que en paz rondaban, y sus habitantes resplandecían por la solidaridad que demostraban; una enorme aureola de luz los abrazaba.

ya sé que no está bien para ustedes,

ya sé que las comedias románticas no son realistas y que hay que aceptar la vida entre estas paredes.

pero dejen de culparme y de ser tan pesimistas…

mejor confiesen lo que yo hago de manera genuina;

¡ustedes tampoco quieren vivir en un mundo con ausencia de magia y adrenalina!