No sé que me espera antes del fin

Es una bendición de apertura

Podría ser una embriaguez de reflejos

O un acto de pesadilla

Un dolor inalienable

Una desesperación ciega

O el tedio vacío de la medianía condenada

Tal vez me depare una mansa apatía

Porque ya no quiero jugar a  más  nada

Después de todo esto es un juego tras otro

No quiero terminar siendo el fantasma

De ninguna narración por buena que resultara

Preferiría que todas mis tardes

Terminaran como hojas secas al pie del árbol

A merced de las escobas o del viento

Para que al fin pudiera verse el cielo en encaje de ramas

Y las nubes

Quién recuerda una nube que no sea pintada

Toda mi memoria morirá conmigo

Para qué recordarme

Si yo no soy  mi recuerdo