Donde no pasa el sol ni la humedad
encebollaste los ojos
epígono de lacrifagia
desconociendo totalmente
que llegaron a los dientes de tu infante
pequeños bocados suaves y sofisticados
como colibríes en latas de atún.
Si supieras el dolor espejado de los demás
en los años venideros, habría paz
pero no huevos duros.
Si fuera un Elefante me molestaría mucho llamarme Trompita.
Muy bueno
Gracias 🙂