hay veces en que la angustia es grande, muy grande y aún así no se la puede ver o tocar, sólo sentir.  si fuera algo más que una palabra, diría que se trata de un sonido de la naturaleza, de esos que se oyen sólo cuando hay mucho silencio. 

me gusta pensar la angustia, entonces, como un grillo en la noche: su canto me alegra, me entristece, me recuerda que estoy viva. pero por sobre todo; perturba mi sueño —al menos noche por medio— y  me mantiene cansada, ojerosa, obnubilada.

qué se le va a hacer, la falta de sueño hace eso 

a mí patética alma enamorada:

la enoja, angustia, la apasiona

e irremediablemente

la pone a escribir.