Advertencia: varios de los productos utilizados en esta receta son caros, y es posible que el amable lector no pueda comprarlos porque no le alcanza el sueldo o porque lo echaron del trabajo. En el fondo, más que una receta de cocina es un recordatorio del gobierno de mierda que hay en la Argentina en este momento.

Para que un plato salga bien hay que tomar algo mientras  se prepara. En este caso se trata del vodka polaco Wyborowa Exquisite, muy frío, con una gota de limón y en un vaso de trago corto al que se le hubo frotado la cáscara del mismo limón por los bordes.

Para que un plato salga bien hay que comer alguito mientras  se prepara.  Lo que recomienda en este caso es una lonja grande de pan de centeno casero de 1,5 cm de espesor untada con abundante manteca pomada y, sobre ella, medio cm de caviar de verdá que es negro y más bien ruso. Arriba del caviar  van unas hojitas frescas picadas de salvia.  

La comida alcanza para dos personas, y se hace así: se corta en cubos de aproximadamente 2, 5 cm de lado un trozo de un kilo y pico de lomo de cordero, y se lo deja macerar 6 horas con: medio puñadito de romero seco algo picado, 3 ajos picados, medio vaso de aceite de oliva, pimienta negra molida, sal entrefina, 4 cucharadas de mostaza de dijon y ¾ de vaso de escocés.

Macerado el cordero, se reboza con semillas de ajonjolí un poco partidas en mortero y se cocina en una plancha de hierro bien caliente, dando vuelta los cubitos para que queden dorados de todos lados.  Ojo con el punto, porque si el cordero te queda seco cagaste. Tiene que quedar bien dorado afuera y rosado adentro pero no sangrante, obviamente.

La montañita de cubos de cordero se mete, luego de 3 min de descanso, en una fuente de cerámica tapizada con hojas de menta fresca, bañada con una salsa hecha en una cacerolita rápidamente y a fuego mínimo. La salsa lleva: 150 cm3 de crema de leche, 1 cucharada y media de mostaza de dijón, medio vaso de escocés, pimienta negra, 3 cucharadas de salsa de soja.

Se acompaña con mitades de papas hervidas con cáscara, con aceite de oliva y pimentón de verdá.

El vino que acompaña este plato es un rosado seco, hecho con uvas malbec y bastante enfriado.

El postre que se recomienda es  el mascarpone con naranjas confitadas que venden acá en la esquina, sobre una base individual redonda ahuecada de bizcochuelo bañado en almíbar y whisky.

Espero que les guste a todas las amas de casa y que lo compartan con su familia.