Nos conocemos no hace mucho, de hecho fue una amistad totalmente inesperada que no sabía que necesitaba. De hecho encontré en la escritura una amistad genuina que no pensé enontrar, hoy en día no muchas personas leen y mucho menos escriben. Cuando lo conocí me di cuenta que teníamos algo en común a parte de literatura, y era el dolor. Si bien es cierto el de él estaba fresco, el mío ya sabía como doler menos, aunque hay días en el que mi dolor da pequeñas punzadas y hasta el momento no se cómo calmarlas.
Cada persona lleva el dolor de manera diferente, recuerdo que cuando el mío estaba fresco, paraba todo el día en el parque a la vuelta de mi casa, ese lugar siempre fue mi lugar seguro desde que tenia 8 años, sobre todo aquel árbol con ramas en forma de asientos. Cuando mi dolor estaba fresco me sentaba en él a contemplar la naturaleza y escucharla. Mi amigo pasó su dolor en una fuente perteneciente al parque de su casa también. Cuando me comentó sobre la existencia de la fuente y lo que esta le hacía sentir, me di cuenta de que todas las personas tienen o deberían tener un lugar seguro, que les genere paz y esperanza.
Esos tiempos que pasé con mi dolor, aprendí a hacerla mi amiga, y la verdad me enseñó muchas cosas. No volvería a priorizar nada más que mi tranquilidad y bienestar; antes solía aguantarme todo por miedo a cambios o pérdidas, no quería que el cambio me doliera, pero ahora que hice al dolor una amiga, todo cambia.
Para aquel amigo que me introdujo nuevamente al mundo de la literatura, gracias. Espero que la decisión que tomes te lleve a la tranquilidad que tanto buscas, yo tampoco soy buena para las despedidas, sin embargo espero que puedas hacer del dolor una amiga y sanar. Estaras bien.