La sombra en el espejo

A veces me pregunto si esa imagen aún me pertenece. No me reconozco. No me veo. Esa no soy yo ¿o sí?

La inseguridad me carcome y poco a poco se apodera de mí. Como una sensación de asfixia, esa sombra se posa detrás y me susurra todo lo que abre una herida en mi alma. Es la ansiedad irrumpiendo sin piedad, diciéndome lo mucho que me falta para ser yo. Una competencia conmigo misma, una batalla épica sin espadas ni escudos donde soy la única rival.

¿Cuánto falta para convertirme en lo que siempre soñé? La realidad es que no hay un tiempo estimado para eso porque uno ya debería verse como quien es. Deberíamos pensar en que somos mejor que ayer y que mañana seremos mejor que hoy. Pero la realidad es que siempre vemos lo que falta y nunca el camino recorrido. La huella que dejamos.

Una vez alguien me dijo “sos la mujer que siempre soñé” y de igual modo me sentí insignificante. Cada mañana, cada día, libro una guerra contra mis miedos y mis dudas. No le exijo nada a nadie. Sin embargo, conmigo misma, soy cruel y despiadada. Me envuelvo en una niebla de dolor porque no soy (a mi parecer) lo suficientemente buena para esta sociedad. Es triste pensar así.

Hay una razón para creer que uno no entra en el canon de lo socialmente aceptable. Pertenezco a una generación que durante la adolescencia y parte de la adultez bombardearon con publicidades sobre tratamientos milagrosos para erradicar la celulitis de la piel. Desfiles durante los veranos donde solo aparecían mujeres extra delgadas e imágenes en las revistas completamente distorsionadas que mostraban que belleza era sinónimo de delgadez. Con eso crecí. Aún hoy, cuando me dicen que soy perfecta así como soy me vuelvo insegura porque esta sombra me susurra “de seguro ella es mejor que vos” y otra vez esa sensación que me asfixia.

Pero ¿cómo peleo con esto? Una amiga me recomendó que le hiciera frente a esta sombra que me acecha y, francamente, me dio mucho miedo hasta que entendí que era mi ego y no mi amor propio.

Me pare frente al espejo y me hablé con amor. Observé mi imagen y repetí en voz alta todo eso que me gusta, sea visible o no. Resultó que eran muchas cosas y aún queda mucho por descubrir. Poco a poco la sombra comenzó a disiparse y esa seguridad perdida a lo largo de los años comenzó a volver a mí. La idea es amarse a uno mismo con sus pros y sus contras. Lo bueno y lo malo. Trabajo en eso.

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