Era un día nublado, fresco casi llegando la noche. Esos días de abril típicos de otoño en el hemisferio sur, donde los rayos de nuestra estrella regadora de vida se van atenuando cuando la órbita la aleja, hasta llegar a la fría estación del año (invierno), con el día más corto y la noche más larga. ¡Bueno! Una tarde de esas.

Me senté, tomé mi notebook. ¡Mentira! No era mía, la dueña, mi dueña, estaba preparando un rico té con bizcochos de grasa para acompañar este momento de creación.

Aclarada la titularidad del artefacto electrónico, quiero empezar a introducirme en la literatura y al amplio mundo que nos espera en cada libro que, hoy por hoy, se encuentran archivados en algún cajón o en alguna biblioteca, lo que, con la tecnología y los juegos para los chicos, y no tan chicos, que nos ofrece internet se ve muy extraño que un joven este con un libro impreso leyendo como lo hacían las personas pre internet.

Según los especialistas en la materia, los juegos en línea causan una adicción similar a sustancias y hábitos como, el tabaco, el alcohol, el juego y las drogas ya por todos conocidas.

A lo que me refiero con esto, es que todo en exceso es malo, ni leer mucho, ni estudiar por demás, ni hablar de Dios como lo hace doña Ramona, terminan teniendo el resultado esperado, al contrario, suele tener el efecto inverso, en el noventa por ciento de los casos, hasta los testigos de Jehová, que son de una conducta intachable, y no lo digo porque yo sea uno de ellos. No. Nada que ver. Solo que, si somos realistas, en los noticieros, en los diarios o en las radios, y todo tipo de medio de comunicación, no escuchas cosas relacionadas con el abuso en cualquiera de sus ramas, en algún tipo de corrupción o de otra índole. No me parece que lo que ellos predican o su modo de vida le afecte a la comunidad. Pero sabemos que termina teniendo el resultado opuesto, y otra vez caemos en los excesos. Lo que quiero decir es, todo en su justa medida.

Volvamos a la tarde de abril a la cual me refería al principio del relato. Ya con el té, los bizcochos y la notebook lista para escribir, comienzo de esta manera:

Todo inició hace unos meses atrás, para ser más preciso, fue el primero de diciembre del 2019, con un virus que se originó en una región de China llamada: Wuhan, en la provincia de Hubei, en China central, la identificación del virus es COVID-19 más conocido como Coronavirus.

Este, se empieza a esparcir de forma tan veloz y silenciosa, que el 11 de marzo 2020, la OMS (Organización Mundial De La Salud), la reconoce como una pandemia global.

En Argentina, se toman las medidas preventivas para controlar esta pandemia, de manera que declaran la cuarentena total y obligatoria, excepto las tareas esenciales tales como: policías, bomberos, médicos

y afines, personal de seguridad, en todas sus facetas, transporte de alimentos y combustibles, almacenes, autoservicios, farmacias, etc.

De esta manera, como mi trabajo no es considerado esencial, como los anteriormente mencionados, tengo que hacer la cuarentena religiosamente como Dios y la ley manda. Lo cual da lugar a la creatividad, en todas sus gamas. Es la primera vez que experimento, perdón que experimenta el mundo entero algo así, un aislamiento de esta manera. Como decía, lo primero que surgió en mi caso fue el de disfrutar estar en casa, ya que en mi empleo paso muchas horas fuera y, en ocasiones, salimos de viaje junto a mis compañeros, por lo cual no siempre podemos dormir cada uno en sus hogares, y la segunda atracción, es el hecho de no tener que ir a trabajar, no más horarios de mañana, ni domingos planeando todo para el día siguiente. Esto da lugar a el ocio y la gula, ya en este caso, tengo en mi haber dos pecados capitales. Por suerte tengo una máquina, de esas para entrenar todo el cuerpo, un par de mancuernas y una barra con varios discos, así dedico una hora diaria, de lunes a viernes, para quemar los excesos de comida, de sueño, de sillón y sus variantes.

Otras de las cosas que estoy aprovechando, en este estado de confinamiento, es el de poder leer, hacía bastante tiempo que no lo podía hacer, debido a la carga horaria de mi trabajo, como ya lo mencioné anteriormente. Otra cosa positiva, es poder estar con mi amada, ella siempre me pedía más tiempo para que podamos compartir juntos. Yo los días de semana, que salía más temprano del trabajo, trataba de salir a comprar o a tomar un helado, o simplemente caminar y charlar un poco al aire libre con ella, y de más está decir, que

los fines de semana salíamos a pasear por ahí. Ella dice que le encanta estar conmigo, pero llevamos dos semanas de cuarentena, pero ahora: la cuarentena se extiende dos semanas más, ¿seguirá pensando lo mismo? o se hartará de mi presencia, poco acostumbrada en esos horarios donde ella era la reina del ¡hogar!!!!! Ya las novelas de la tarde se vieron interrumpidas por programas de Discovery o de History, en los que hablan de civilizaciones antiguas, como de Egipto, los Mayas y de alienígenas ancestrales, o de documentales de animales del Amazonas y de supervivencia, lo que me hace dudar si estoy haciendo lo correcto, a lo que voy: cuando esto pase, o se convierte en una especialista en extraterrestres y civilizaciones antiguas, o se me va al Amazonas y se convierte en una experta en monos, serpientes y plantas curativas o ¿acaso se convertirá en una alienígena experta en la flora y fauna de nuestro planeta?

Bueno, parece que el encierro me está afectando de forma considerable.

Otras de las cosas que estoy experimentando, en este encierro, es poder escribir mi primer libro de cuentos para toda la familia. Esto me trae a la memoria, que hace varios años atrás incursione en el arte de la literatura, como ya les comete, soy un apasionado por las civilizaciones antiguas y la vida fuera de nuestro planeta. En esa oportunidad escribía cuando tenía tiempo, un poco hoy y un poco mañana, como todo lo que hacemos en esta vida, siendo un empleado común con las obligaciones que eso conlleva, por eso el libro que empecé a escribir me llevo un año de investigación y de dedicarle tiempo a la narración, libro que por cierto iba casi por la mitad. No iba

a ser un libro como 20000 leguas de viaje submarino de Julio Verne, que tiene como trescientas páginas o la biblia que es un libro de muchas más, pero para un amateur, escribir un librito con unas modestas cien páginas, con alguna que otra ilustración o fotografía incluidas, estaba bien o ¿no?

Bueno, lo cierto, es que guardé solamente el icono de: “Todo vuele”, nombre de mi libro, si, solo el acceso directo guardé, fue por mi cansancio o fueron los alienígenas que no quisieron que ese libro se publicara o no sé qué cosa, pero no pude recuperar más esas líneas.

Ustedes se preguntarán: ¿porque lo perdiste de tu computadora si con un solo clic lo podés recuperar? Eso es verdad, pero si no fuera por mi ex, que me rompía la paciencia con que cambie el sistema operativo de la computadora, cuando el técnico hizo su trabajo y lo reemplazó por un sistema más moderno, todo lo que tenía el disco rígido fue borrado, y ahí fue mi sueño de escritor.

Pero ahora si puedo escribir y guardar mis líneas ya que estoy más familiarizado con la tecnología, así que si todo va bien voy a poder imprimir este libro.

Lo que quiero decir con lo que les estoy contando, es que no esperemos a que una pandemia mundial, o algún acontecimiento extraordinario ocurra para poder hacer lo que a uno le gusta y disfruta hacer, por eso mismo: ¡SE LIBRE Y BUENA VIDA!!!!