Me acusan de pagano, de pecador

más me causa risa su devoción a las virtudes.

En este mundo agobiante, viven sin calor;

esas virtudes nos corroen, nos consumen.

En la Soberbia, habita mi misma razón de ser.

Mi voluntad, mi fuerza y mi honor.

¿Por qué la querría de mi extraer?

Mientras que la Humildad, me suena a sometimiento y control.

La Avaricia, oh mi querida Avaricia,

¿qué sería de mí sin esa hambre de más?

Esa lucha eterna por todo eso que los hombres desean…

Mientras, la Generosidad, junta buitres y harpías.

El placer de los cuerpos, la deslumbrante Lujuria.

Esa danza extasiante, en la hoguera de la pasión.

Carne, sonido y sensación, mi bofetada favorita a la decencia…

Y en la Castidad… solo veo temor y alienación.


La Ira, Combustible de reyes, tiranos y naciones,

ese fuego que me habita y me llama a la batalla,

por lo que deseo, espero y mis convicciones.

¿La Paciencia? Otra excusa de cobardes y canallas.


El hangar de los hartos, la Pereza,

esa satisfacción del vacío, el huir de los ajetreos.

En el caos, el simple reposo es la mejor de las recompensas.

Y por allá, los diligentes, cuál corderos para el matadero.


La Gula, patrona de quienes nunca tuvieron nada,

nos celebra el poder atiborrar la barriga hasta el hartazgo,

nos guía y nos apoya por conocer esa necesidad,

mientras la Templanza reniega por lo que no pueden quitarnos.


¿Qué hay de malo en desear más que otros? ¿Más que el rey?

La Envidia, ese sueño de los que han sido sometidos.

Reniego ante la idea de existir ante esa absurda ley,

de la Caridad, de solo dar hasta caer vencidos.


Bajo este mismo cielo, me llaman loco y pagano,

de vivir bajo los pecados y falto de buen juicio.

Si es así, por elegir como deseamos nuestro destino,

Entonces deberíamos elegir vivir alejados de la mano de Dios.