a menudo no sé como mirarme.
hay una figura amorfa en el espejo.
le sonrió
la pinto
trato de volverla fina.
solo es más amorfa que antes.
salgo a la calle
teniendo presente esa imagen:
figura extraña sin forma
poco sutil
poco clara
poco hegemonica.
con puntos
con rayas mal hechas
medio maltrecha.
me veo en los reflejos, en todos los que puedo.
no me veo
no veo nada.
me paro en las ventanas
me miro las manos
y no encuentro nada.
se me escurren las cosas por entre los dedos
tan rápido que no llego a divisarlas realmente.
«sos hermosa»
no
no sé
tal vez.
por la noche y a lo oscuro
me sonríen
me miran
me miran mucho
me sonríen un poquito más.
me siento más desfigurada que antes.
«qué verán?» me pregunto.
vuelvo a casa y corro a verme al espejo.
«yo pensé que estaba bonita»
susurro.
me deslizo por la pared
hasta el suelo.
me miro las manos
me toco la cara
enredo mi pelo.
me rasco fuerte esperanzada de poder cambiarme la piel,
que debajo de esta haya
alguna cosa más bonita
más interesante.
busco hallar algo hegemónico
debajo de la desahuciada piel.
no hay nada.
me levanto
miro la figura
y me rasco
fuerte, todo lo que puedo.
estiro la piel, la pellizco, la moldeo
para ver si así, algo cambia.
sigo viendo a la misma figura
con zonas manchadas de carmín.
no sé como mirarme a mi
verme realmente.
no estoy muy segura de cómo borrar
la figura que se ha plantado delante mío.