A veces pienso cómo era yo antes de ser herida. Automáticamente me doy cuenta que todos me lastimaron.
Siempre quise creer que el amor no duele, lo que duele es lo que se hace en nombre del amor pero todos ustedes aún me duelen.
Pienso en mi infancia entera, donde el amor romántico aún no me tocaba y mi mamá me hizo esa pregunta, me preguntó si estaba de acuerdo. No lo estaba pero no podía negarle eso: amar.
El tiempo claro que pasó y hubieron otras heridas. No voy a enumerarlas, no voy a enumerarte. No voy a decir desde qué edad y cuántas veces lloré creyendo que había algo mal en mi.
Quiero creer que he podido perdonarte.
Sin embargo, me ataca siempre una constante: ¿qué habria pasado si no los hubiera conocido? a ninguno de ellos.
Al nene de tauro, al chico de leo, al cruel géminis, al monstruo de virgo, al sol de acuario, la chica de libra, el perdido virginiano, al gil canceriano, al pragmatico capricornio.
Virgo y libra. Son signos con los que supuestamente Tauro (yo) se lleva bien. Me lastimaron y me cuesta resguardarme en algo vanal, no puedo darle excusa alguna porque no hay alguna excusa que no me duela.
Creo que era una chica dulce, era una chica buena, creo que no tenía tantas heridas en el cuerpo. Creo que cuando comenzó esta historia, no tenia el corazón tan atrofiado.
Claro que el tiempo pasó y a mi me toco superar. Bueno, ese es el concepto que socialmente se le asigna a este proceso del desamor. Por mi parte yo lo he llamado «duelo».
Es un duelo no solo del corazón por la perdida, mi cuerpo entero está herido, en terapia intensiva.
La cosa es que creo que el amor es una escalera. La vida es una escalera. Estas en una habitación, llena de distintas escaleras, de distintos colores, materiales, de distintas historias, que van a distintas casas. Hay que tener cuidado, te podes resbalar.
Yo subí muchas escaleras. Se han roto los escalones por correr, se me han trabado los pies en la madera podrida y aún sanan esas heridas. He subido 20 escalones y luego me he caído 20 metros en caída libre porque resulta que la escalera no estaba ahi realmente. No subí ningún escalón en realidad.
Resulta que subí mil escaleras, no llegué a ninguna casa y terminé con más moretones que afectos en la rodilla.
Por andar merodeando en malos barrios por llegar a las benditas escaleras me han fusilado. Me he congelado, la sangre se ha quedado estática en mis venas.
Ahí pienso si valía la pena conocerlos, amarlos.
Pienso en las leyendas urbanas: en los sueños, el hilo rojo. Pienso en la rojez de mi sangre, en el multicolor de mis heridas, en las figuras que me han atormentado en sueños lucidos desde el umbral de la puerta.
Pienso en el destino, las casualidades, los accidentes, los causales.
Pienso en los caudales de ríos que les he llorado.
Pienso en el arte japonés del kintsugi donde una pieza de ceramica se rompe y la reparan. Es un fino arte, una linda filosofía de vida. La pieza rota suele valer más que antes de romperse.
Yo no soy esa pieza de cerámica rota. Si, estoy rota pero no valgo más que antes y fuí rota a propósito. No podría haber sido de otra forma
A veces pienso que realmente me gustaría no haberlos conocido y a la vez siento está necesidad de agradecer que ya no soy la persona que era pero entro en esta disyuntiva: odio la persona que me volví.
El dolor me ha llevado a repensarme como persona y he llegado a los lugares que siempre quise. Puedo decir que soy la persona que siempre quise ser pero mi amor propio se ha deteriorado.
Tengo este miedo latente de ser abandonada, de ser horrenda, de ser mala, de dejar que hagan de mi lo que quieran. No quiero ser la última elección, ni que me elijan por lástima ni ser el triste consuelo.
A menudo pienso que me hubiera gustado no conocerles para no haberme dejado de lado. Si, admito que quizás fue mi culpa terminar en este estado pero, podrían haber sido mas cordiales, más suaves…no? quizás la lección era que la vida no es suave. Ahora pienso en Cerati.
Pienso en como era antes de ser herida y pienso que no sé si quisiera ser esa persona. Fui zaherida antes de nacer.
pienso muchas cosas
pienso en el amor
pienso que amo amar
amo decir «amor» a mi amor.
Amo hablar en diminutivo, ser tierna y que la tibieza me ataque otra vez.
Cuando la tibieza llega, llega eventualmente el miedo.
No quiero seguir herida, no quiero ser tan insegura, no quiero a veces seguir amando.
Quiero que me dejen sola pero cuando estoy sola me siento un poco vacía pero cuando estoy con alguien me siento apretada y limitada de ser la fiera bestia que soy.
Creo que solo no sé estar (bien)