El siguiente artículo está dividido en dos partes. La primera es una crónica que presenta una serie de hechos sucedidos la noche del jueves 31, una historia común y corriente de esas que podrían pasarle a cualquiera, una linda historia con optimismo. En la segunda parte la historia toma otro significado, hay una exploración para ir detrás de las apariencias en búsqueda de símbolos de lo sagrado. Escrito con todo respeto y devoción, ojalá sea de Su agrado. 

 Bahía Blanca, jueves 31 de marzo a las 21:13hs. Recibo un llamado de mi novia Milagros, desesperada me dice qué perdió una bolsa donde estaba su computadora y que no sabe si la dejó en la universidad o en el colectivo 502 del que se había bajado hacía 10 minutos.

Recién había terminado de jugar un partido de fútbol 5, apenas tengo aire para responder y transmitirle calma. Me dice que un amigo está yendo a la universidad a ver si está la bolsa con la computadora. Le pido unos segundos para recuperar aire y pensar bien. Lo más sensato parecía que averigüemos cómo comunicarnos con la empresa de colectivos, San Gabriel.

 Ella llama al número que encuentra en Internet, nadie le atiende, era muy tarde. Recibe el aviso de su amigo, la computadora no está en la uni. El peor de los escenarios, me llama y me lo transmite. Quedamos en que ella iba a ir a la policía, y yo para la parada. Por el GPS pude ver que el colectivo del que ella se había bajado era el interno 107 de la 502, aunque ya estaba muy lejos como para poder alcanzarlo, quizás podía conseguir una forma de contactarme con el chofer a través de otro chófer.

Voy a la parada de la 502. El GPS me marca que todavía falta bastante para que llegue. Veo que viene otra linea de colectivo de la misma empresa San Gabriel, lo pienso unos segundos, me subo. Le comento al chofer de la situación y le pregunto qué puedo hacer. Se queda pensando, lo evalúa. La respuesta que me da es sencilla, hay dos posibilidades o alguien vio la bolsa y se la llevó o le dejaron la bolsa al chófer, quien la dejaría en la oficina de San Gabriel. Me dice que llame a la oficina, y me alumbra con la linterna del celular el teléfono que está anotado con liquid paper frente a él casi sobre el techo. Le agradezco y me bajo del colectivo en la siguiente parada.

Llamo al numero, los nervios me traicionan, pregunto si es el teléfono de sapem (la otra empresa de colectivos de la ciudad). Del otro lado recibo un “no, equivocado”. Me doy cuenta de mi error y rectifico, “Perdón ¿este es el numero de San Gabriel?” Ahora la respuesta es afirmativa. «Disculpá, mi novia se olvidó una bolsa con una computadora en el colectivo 502 interno 107 que está llegando a la base, y quería preguntar si había alguna forma de comunicarse con el chofer para preguntar si está la computadora«Me pregunta como conseguí el número, le digo que me lo pasó un chofer al que le conté la situación. Me responde que va a llamar al chofer de la 502, y que después me llama. Le agradezco. Son 21 30hs.

Vuelvo caminando por dónde venía el colectivo que me subí. Quedo esperando la llamada. Son 21:32 no habían pasado 2 minutos enteros que me devuelven la llamada. Llega el alivio, la computadora la tiene el chófer y la va a traer a las oficinas de San Gabriel en México y Thompson. Me indica, confirmando lo primero que pensé en relación a la dirección, que es frente al predio del club Villa Mitre, club del que soy hincha y del que tenía puesta la camiseta en ese momento. “Hay un portón verde, vas a encontrarte con personal de seguridad, preguntale por Diego” (ja, justo Diego). Le agradezco, como pude con la ansiedad de la situación, y le digo que voy para allá.

Llamo a Mili, le doy la buena nueva. Se alegra enormemente, justo estaba poniéndose el barbijo para entrar a la comisaría. Le comento donde hay que ir y le digo que se tranquilice, que yo me ocupo de buscar la pc. Me tomo, ahora si, la 502. Ya arriba del colectivo, tras unos minutos de relajación le comento al chofer lo sucedido, se alegra me dice que que si a ellos le dan algo perdido lo dejan en la oficina, pero puede pasar que un pasajero en vez de darle la bolsa al chófer se la lleve. Sí le digo por suerte tocó una persona buena que hizo lo que corresponde, sí hizo lo que corresponde me respondió reafirmando. Entonces cai en la cuenta que estaba hablando con palabras que ahora eran mías pero que primero había escuchado de boca de otra persona.

Resulta que dos semanas antes había estado en el local de Claro de calle Drago 56 y había presenciado una charla entre una clienta y Fernando quién atiende el local. Esta le comentaba que lo había visto en las noticias por la computadora que devolvió, yo estaba sentado a un costado esperando por un trámite, con la oreja parada pero sin terminar de poder reponer lo que había pasado, me metí en la conversación preguntando y entonces Fernando me contó toda la historia. Resulta que Antonela que estaba pasando por un día complicado, con la cabeza en sus preocupaciones se había olvidado su Notebook en un banco donde estaba sentada, en la peatonal Drago. La suerte  (o algo más) estuvo de su lado, con una cadena de buenas acciones una persona anónima como la de esta historia vio la computadora olvidada y la dejó en el local de Claro que estaba allí en frente, quedando en manos y custodia de Marianela y Fernando compañeros de trabajo del local. Cuando la dueña de la PC se dio cuenta de su perdida, entre otras acciones empezó a desandar sus pasos hasta volver a la peatonal Drago, allí tuvo la buena idea de preguntar en el local si habían visto algo y se encontró con su PC que fue devuelta sana y salva.  Ahí es cuando Fernando sale en las noticias, aunque él me aclaro que no es el protagonista de esta historia a la que le quita importancia “que se devuelva la computadora es lo que corresponde, lo que pasa es que estamos acostumbrados a las malas noticias a desconfiar a vivir entre rejas, pero la mayoría de las personas somos laburantes qué hacemos las cosas bien pero eso no es visible”. 

Dos semanas después las palabras de Fernando me habían quedado grabadas, ahí estaba yo repitiéndolas inconscientemente. “Es lo que corresponde, creo que la mayoría la devolvería, pasa que estamos intoxicados con malas noticias, desconfianza…” Me bajo Agradeciendo de la 502 y le pido al colectivero que agradezca a su colega del interno 107. Tras caminar unas cuadras llego a San Gabriel, hablo con el guardia preguntando por Diego, me lleva hasta él, quien sin más preámbulo me da la computadora. Le agradezco y le pido que le transmita mi agradecimiento al chófer. No tuvo gran carga emotiva el asunto, el otro Diego parecía estar bastante ocupado como para aunque sea charlar un poco. El seguridad se sonrío cuando le conté la situación.

Ahora tenía que volver para el centro, sin carga en la sube y sin certezas de cuando iba a pasar el próximo colectivo. Opté por dar un salto de fe, cruzar la vereda al predio de Villa Mitre y abordar a las personas que estaban saliendo de jugar al fútbol para ver si alguien pasaba por el centro con su auto y tenía la amabilidad de acercarme. Explique qué me había surgido un contratiempo que me llevó hasta ahí y que tenía que volverme para el centro. Los primeros dos intentos son fallidos, iban para otros lugares. El tercero no me dice que va para otro lado, me responde algo sensato “Disculpa pero no sé quién sos”. Le cuento brevemente la historia recién ocurrida, me responde devuelta con desconfianza “pero no sé quién sos”. Ya la historia era rara, más si el que la contaba estaba vestido como futbolista, con una campera, cortos y botines, era difícil convencer a alguien que no había ido al predio a jugar al fútbol, sino que venía de  la oficina que estaba en frente. Le muestro la bolsa con la computadora, ahí me confía un poco más pero me pone a prueba “bueno a ver, llamá a tu novia”. No entendí muy bien que quería que haga si él quería hablar con ella o que yo hable, le pregunto, y viendo que buscaba una garantía de mis intenciones, le ofrezco que tenga la computadora hasta que me baje del auto. “No se quien sos, no subo a nadie a mi auto, pero voy a hacer una excepción, subí”. Empezamos a andar, prende la radio, suena la voz de Miguel Abuelo «Fui a las puertas del Edén y encontré todo muy bien»,  yo más acá también estaba muy bien. Charlando con el conductor me dice que es desconfiado que las cosas están jodidas, más hoy en día. Me pregunta a qué me dedico, le digo que estudio para profesor de historia, a lo que me replica, «que bueno, vos te vas a reír pero yo soy policía, por eso soy tan desconfiado, trabajo hace 10 años en Bahía blanca y en otros lugares, la calle está cada vez peor.»  Estamos llegando, le agradezco por confiar.

Hasta acá la parte más simple del asunto. Una cadena de buenas acciones con un final feliz. Ahora empieza la otra parte de la historia, en la que San Gabriel es más que el nombre de una empresa de colectivos, Villa Mitre más que un club deportivo y el asunto de la computadora cobra otro color al menos para mi.

Todo sucedió en poco tiempo, pero cuando corrían los minutos y empecé a examinar los sucesos, había algo más que hechos anecdóticos. Para empezar, resulta que no recuerdo bien si ese mismo día o el anterior, me había surgido un pensamiento muy fugaz: Por primera vez me causó inquietud porqué le habían puesto a la empresa de colectivos el nombre del Arcangel y Santo Gabriel, quien tiene devotos entre los fieles del Cristianismo, el Judaismo y el Islam. A la luz de esa inquietud, lo sucedido iba a tener otro color u otros colores.  

Por haber pasado parte de mi infancia más entrañable en el barrio Villa Mitre que le da el nombre al club, conocía la historia de que en sus orígenes era poblado por inmigrantes sirio libaneses, que por eso en la bella plaza  del barrio está monumento al inmigrante árabe que tanto me llamaba la atención de chico, y sabía que los colores del club habían sido rojo, blanco y negro justamente por esa comunidad de migrantes pero que después el rojo fue cambiado por el verde en homenaje al pueblo Palestino, quedando finalmente cómo los tres colores que tantos llevamos en nuestro corazón.  Desde que empecé hace poco menos de un año a interesarme en el Islam y en particular el Sufismo, varias veces me vi reflexionando sobre esa influencia árabe en la ciudad, y cómo se había cruzado mi historia con eso, pero no mucho más.

El círculo de esta historia se empieza a cerrar con una sincronicidad. Acá es cuando se me viene la imagen de las oficinas de San Gabriel frente al predio de Villa Mitre como un símbolo de la cercanía de San Gabriel con el pueblo árabe, a través de la religión mayoritaria de este pueblo, el Islam.  Fue el Arcángel Gabriel (Yibril) quién actuó como mensajero de Dios (Allah)  revelando durante 20 años al profeta Muhammad , más conocido acá como Mahoma (la paz y las bendiciones sean con él), el libro sagrado del Corán. El Ramadán es un mes sagrado que sigue el calendario lunar islámico y justamente conmemora el inicio de estas revelaciones en una montaña en las afueras de La Meca.  Este mes que justo comienza en las horas que estoy escribiendo esto, es un mes donde se ayuna no solo de alimentos, sino de malos pensamientos, malos sentimientos y malas acciones. La acción de devolver la computadora probablemente haya sido un buen ejemplo de acción de Ramadán.

 Otra sincronicidad termina de cerrar el círculo. Al otro día, viernes 31, a eso de las 15:30 me encuentro con Mili para darle la computadora e ir juntos a la universidad. Charlamos sobre lo sucedido, le comento algunas impresiones que volqué en este artículo (y otras que me guardo). Le comento, “Hay algo más, los colores de San Gabriel, son rojo, blanco y verde, como la bandera de Irán, solo falta el negro y completa los colores panarabes. ¿Las letras de qué color son?” “Rojas y blancas” me responde. Me decepciono, falta el negro. Al primer colectivo que pasa le busco algun detalle en negro y se lo encuentro en los marcos de las ventanas y alguna linea horizontal. No estaba del todo conforme con mi hallazgo hasta que pasa otro colectivo, ahora en el mismo sentido que nosotros, también de la empresa San Gabriel, su patente “MHM 111”. Ahora si, el circulo se cierra. 

Ramadan Mubarak. Gracias a quienes formaron parte de esta historia.