Al terminar el 9 y comenzado el 10 año de la guerra de Troya al final de un día de arduo combate entre Aqueos y Troyanos, a lo lejos en el Monte Ida, alejados de toda vista humana, Apolo y Atenea se reúnen, opinan sobre el desarrollo de la guerra. Ambos dioses, declarados de bandos opuestos dirimen, opinan. Ambos, hijos de Zeus, conjeturan sobre que bando caerá la preferencia de aquel regente del Olimpo.
No obstante, Apolo ya se adelantó al desenlace de la guerra, y al destino de ambos pueblos. Apolo, que ve el pasado y el futuro, que no hay mentira que lo abarque, sabe incluso que vendrá después con el Olimpo mismo y lo que les deparará a los Dioses y a los humanos