Cerró aquella herida del pasado,
caminó por más difícil que fuera
Ya no era una chica cualquiera,
sino un rostro feliz y rosado;
Cabalgó hacia su caballo amado,
y alzó en su fuerte una bandera
Juntos corrían como una fiera
hasta aquel árbol violáceo talado;
Su alma encontró en esas flores
A su caballo lo lleno de besos
Se refrescó cerca de la orilla;
Su corazón se llenó de colores
la tierra fría absorbió sus huesos
No quedó nada, sólo una ardilla.