Los escritores pueden dividirse en tres clases:                                                                                                    estrellas errantes, planetas y estrellas fijas.

                                                                                                                              Arthur Schopenhauer 

El Diccionario de la Real Academia Española define el vocablo escritor/a con cuatro acepciones: 1. m. y f. Persona que escribe; 2. m. y f. Autor de obras escritas o impresas; 3. m. y f. Persona que escribe al dictado; 4. m. y f. (desus.) Persona que tiene el cargo de redactar la correspondencia de alguien. Si reparamos en estas caracterizaciones, notamos que la información que se brinda no es tan específica como se quisiera. Esto trae aparejado una serie de interrogantes que giran en torno al literato y su figura: ¿Qué es un escritor literario? ¿Ante los ojos de quién? ¿Cuáles son las características que se necesitan para serlo? ¿Cualquiera puede llamarse a sí mismo “escritor”? Todas estas preguntas permiten indagar sobre posibles definiciones que expandan las peculiaridades que hacen a su figura. Se pueden mencionar, entonces, una serie de aseveraciones que resultan útiles a la hora de pensar en posibles extensiones de la definición inicial.

El escritor es, primeramente,un lector

“El modo en que uno comienza a escribir sin escribir es leyendo” dice Ricardo Forster. Esto significa que las escrituras nacen de una larga travesía por el mundo de los libros. El hábitode laectura brinda herramientas que un escritor adquiere sistemáticamente. Como esponjas que incorporan conocimientos, los sujetos aprenden de lo que leen y lo aplican en su propio proceso creativo.Un ejemplo que nos brinda eámbito literario es la siguiente genealogía: Gabriel García Márquez leyó a Faulkner y, este a su vez, leyó a Joyce. La práctica escrituraria, entonces, se retroalimenta de las lecturas que cada uno realiza a lo largo de su vida. En palabras de Jorge Luis Borges “que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído”.

El escritor es un profesional que obtiene una remuneración por su trabajo

Una cosa es ejercer la escritura como pasatiempo y, otra diferente, es ser escritor de oficio. Aunque esto no quiere decir que el oficio de literato no pueda disfrutarse como un hobby. La literatura nos ha dado ejemplos de autores que tenían otras labores además de cultivar la escritura: Kafka trabajaba en una compañía de seguros y, según se cuenta, los horarios laborales le permitían escribir sus relatos; T. S. Eliot, por su parte, se dedicó a la enseñanza para luego darse cuenta de que no era lo suyo. Su camino estaba en la poesía anglosajona; Bukowski trabajó como cartero en el servicio postal de los Estados Unidos mientras su creación artística permanecía latente, a la espera de su puesta en acción.

El escritor trabaja arduamente

“Escribir es un oficio que se aprende escribiendo” decía Simone de Beauvoir. Este postulado refuta las tesis románticas que especificaban que un escritor recibía un llamado divino. Así, se concebía al artista como un intermediario entre lo trascendental y lo inmanente que actuaba a través de la inspiración. En contraposición, William Faulkner postulaba que para ser grande hacía falta un 99% de talento, un 99% de disciplina y un 99% de trabajo. Esto da cuenta del proceso de recursividad que requiere la escritura en sus diferentes etapas: confección de borradores, armado de planes y listas de ideas como paso previo a la redacción, revisión y, posteriormente, reescritura.

El escritor es reconocido socialmente por un grupo determinado

Según el conocido lingüista neerlandés, la literatura se define en su contexto sociocultural. Él menciona que la admisión del texto literario al conjunto canónico de la literatura dependerá de factores y convenciones cambiantes tanto históricas como socioculturales. Así, la figura del escritor literario se ensalza a partir de los mecanismos de recepción en los que existen restricciones sobre los participantes: aunque en principio a cada individuo se le permite producir discursos literarios, ocurre una categorización específica de la gente que lo hace, se les asigna la función de ser escritores o autores. Este proceso se realiza en base a un determinado “reconocimiento”. Aquí se ponen en juego instituciones que aúnan en el campo intelectual a literatos, críticos, academias, universidades, historiografía literaria, antologías, entre otros.

Los deslindes recorridos en torno al término culminan al responderse –al menos parcialmente– las preguntas iniciales. ¿Qué es un escritor literario? Un individuo que posee lecturas y disciplina para crear obras literarias. ¿Ante los ojos de quién? Ante el contexto sociocultural que define en última instancia qué pertenece y qué no a la literatura. ¿Cuáles son las características que se necesitan para serlo? No existen requerimientos indispensables, pero podría mencionarse la pasión. Permítaseme finalizar con un pequeño aporte a las definiciones precedentes: escritor/a “dícese de la persona que ama las letras y sus infinitas posibilidades de combinación”.