y ¿por qué lo haces?

porque se me enseñó con palabras que la fe mueve montañas aunque nunca haya obtenido pruebas de ello. Porque me conmueve la lucha ciega y un altar en un rincón de tu casa a cualquiera de tus dioses. Porque se me estruja el pecho y vuelvo mares mis cortinas cuando te escucho hablar,

querida

             amiga.

 Porque antes de hoy no me habían parecido tan interesantes las mariposas o el asedio de Viena y bienaventurados los que oyen porque ellos hallarán la verdadera belleza del mundo. Es que no vi montañas movidas por fe pero he visto montañas de fe movilizándose por un punto en común y cuán bonito se vuelve el mundo si te entregas al azar y cerras un poquitito los ojos ¿no te parece? Porque te he visto llorar de felicidad y porque tuve una experiencia estética en esa mirada cristalizada, porque descubrí en charlas con el amor qué tanto puede mi cuerpo llegar a sentir, porque he recorrido todas las opciones al hablar y descubrí el camino y las preguntas correctas para que tengas la oportunidad de entregar a voluntad el por qué te levantas en la mañana, dándome la seguridad de que no existe nada más humano que eso. La pasión, el amor al arte y tus pequeñas cosas rimbombantes a las que entregaste gran parte de tu atención. Porque ya no hay intermediarios ni terceras intenciones, porque no hay nada más puro que hacer las cosas simplemente por el placer de hacerlas, porque te levantas cada mañana o tardenoche y hay destellos de algo sutilmente brillante saltando todavía en tu pecho.

Y porque por alguna razón,
 entre esos mis destellos brillan los tuyos, los del mundo entero, porque la fe mueve montañas y la pasión levanta imperios y porque en tus ojos vi un imperio de montañas siendo hogar del águila más feroz y el origen de tu amor, porque nos he visto llorar de amor y dolor y porque aprendí a apreciar con vos el sonido de las hojas de los árboles chocándose entre sí cuando el viento las mueve, y he visto cómo lo miras,  los ojos llenos de asombro y en tu mente la mas pura de las curiosidades, qué deber más nuestro que ese? amar infinitamente y sentir todo lo que nuestro cuerpo es capaz de sentir, y a mí me conmueve ese amor; el amor ¿Qué acto mas valiente que ese? ignoro el peso de la incertidumbre y me entrego de lleno a tus vacío sin la certeza de que voy a caer entre almohadones y peluches. Una fe sin certezas y miedos sin aciertos. No hay nada mas humano que el miedo, ni nada mas humano que el fuego, la pasión y el amor, y no busco algo más que eso en los ojos ajenos.