Tirado allí, en aquel lugar tan lleno de pérdidas; pantano de lágrimas, bioma de tristezas. Un brazo se extiende, casi por propia voluntad, queriendo acariciar el cielo, casi arañando aquellas nubes grises. El atardecer aún tiene una leve resistencia, no quiere partir tan pronto, la ventana entreabierta me lo hace saber.

¡Qué piso tan frío! Madera de hielo, árbol de nieve, invierno en plenitud y soledad; y yo que imagino el cielo mirando al techo en vez de escapar de esta habitación llena de encierro, me sumerjo, lleno de emotividad, dentro de vagos recuerdos de pasado y reproches.