Las lágrimas del pez fuera del agua,
a puertas cerradas,
lloviendo hacia un techo
que no se deja ver.
El rencor que caracteriza a las bestias
envuelve y ahorca
el cauce de las libertades.
Aullidos emergen desde el entramado
sobre el que pisamos.
Rostros con mensajes vacíos
Y la gente pasa, y camina
y mira
Y las mentiras se vuelven cenizas
que pasean con el viento
y entran y salen de la carne.
¿Y qué hacemos con las despedidas que quedaron
en los bolsillos de los pantalones viejos y sucios?
¿Qué hacemos con las elecciones, con las palabras,
con las maldiciones y sus diferentes devenires?
Y si la pausa fuera la condición
eterna?
Cuadros latentes, desfasados,
intermitente vibrato del hastío,
veloces las alas de colibrí
desapareciendo mientras crean,
latiendo mientras oscurece.