El Homoinvisible


Capítulo 20: Para principiantes

Km 0 | 0:00 hs

San Marcos Sierras

—¿Qué leés?

—No sé muy bien qué es… la otra vez un cliente me hizo el cuento del tío. Estábamos en su auto y después de chupársela empieza con que no encontraba la billetera, que la había dejado sobre el asiento y que no se qué. Dimos vuelta todo el auto y nada. El chabón decía que a la tarde su mujer le había pedido unos pesos para ir a comprar milanesas de pollo y que seguro se la había dejado sobre la mesa. ¡Ah, no, a mí no, querido, años de calle tengo! Me juró que me pagaría al día siguiente o si le pasaba el cbu me transfería ni bien llegara a su casa. ¡¡¡El cbu mi pidió el pelotudo, ¿no sabe que soy puta?!!! Si tuviese cbu no estaría chupándosela a idiotas como él a esas horas. Al final terminé accediendo y arreglamos por algunos libros que tenía tirados en el asiento trasero y una botella de vino medio berreta que tenía en el baúl. 

Spinoza para principiantes

—Escuchen esto, boludos: “Según una perspectiva física, la muerte consiste en una expropiación de la proporción de movimiento y de reposo, en la pérdida de la proporción propia.” No sé ustedes pero para mí que la parte del título que dice “para principiantes” es un chiste, yo no entiendo un carajo de lo que habla. Se nota que fuimos a la escuela pública. 

—Eso no tiene nada que ver. Nuestra vieja en la primaria nos mandó a La Inmaculada, casi no comíamos pero íbamos a la privada, creo que ahí nos hicimos lo que somos hoy. Las monjas eran terribles, cuando nadie las veía se te acercaban y te decían cosas como “nene, te vas a morir en el infierno”, “Dios lo ve todo, pendejo de mierda”, “rezate cinco avemarías, hijo de puta”, “si le contás a la directora le digo que vos y tu hermano quisieron violarme en la capilla”. No les miento, ¿no, Santi? Por eso nos empezamos a drogar y a hacer todas esas cosas que hicimos hasta que no nos aguantaron más y a mamá casi le rogaron que nos sacara del colegio. Una vez nos contó que la directora del colegio la citó para decirle que las monjas andaban diciendo que había algo malo con nosotros, que en La Biblia casi no hay mención de mellizos y que creían que éramos fruto de alguna oscura intervención. Por eso cuando llegamos a la secundaria y nos conocimos con ustedes, nosotros dos ya éramos como somos, por La Inmaculada, ahí aprendimos todo.

—¿La Inmaculada es esa escuela enorme sobre Acevedo?

—Claro, boludo, tenés que entrar un día, alto edificio de un estilo arquitectónico con aires medievales, un poco parecida a la iglesia de Santa María del Mar de Barcelona.

—Ya sé cuál es, no me metí nunca pero sé cuál es, paso seguido por ahí. Una vez me llama el intendente para rescatar a no me acuerdo quién de un secuestro extorsivo, lo escuché tan nervioso que llamé a un remis para hacer más rápido. Pero llegué tarde, ¿saben por qué? porque los padres de los alumnos de La Inmaculada estaban en doble fila sobre Acevedo y no se podía avanzar. Por eso sé cuál es la escuela, el secuestro extorsivo terminó con tres muertos, entre ellos el secuestrado. Deberían excomulgar a la gente que para en doble fila, aunque dudo de que sean católicos. Esa historia también me gustaría reparar alguna vez.

Km 98 | 1:14 hs

Río Ceballos

—¿Quién era el secuestrado?

—Un empresario de Almirante Brown. La verdad es que por más que los padres de la escuela no hubiesen estacionado en doble fila tampoco hubiese llegado a salvarlo porque al tipo lo habían matado enseguida. Lo hicieron mierda con un cinturón de chicos, de Ben 10, lo ahorcaron con eso. Ah, también le aplastaron el pito con una vieja máquina de escribir, una Olympia bien pesada. 

—Me acuerdo, me acuerdo del caso, aunque nunca dijeron que había muerto de esa manera. Ya sé, ya sé, Diego, no soy boluda, sé que en los diarios acomodan las noticias… Una máquina de escribir aplastándole el pito: metafórica manera de ser asesinado.

—Siempre se dijo que el viejo ese era testaferro de nuestro intendente.

—Y eso era cierto, después de su asesinato estuve como tres días oculto en la casa de Iturralde. Estaba alterado, iba del baño a la cama y del whisky a la merca con un fierro abajo de la bata. 

Km 338 | 3:38 hs

Bell Ville

—Me quedé con lo que leíste de ese libro, Lucy, creo haber entendido que la muerte es también una muerte política o jurídica, cuando perdemos nuestra proporción corporal somos expropiados del envase que nos convierte en una persona.

—Puede ser, puede ser. Gracias a esa posesión de la facultad física es que podemos comer, coger, caminar, cantar, ocupar estas butacas en este micro, chupársela a maridos que te pagan con libros.

—No sé de qué mierda hablan, yo lo que quiero es ir a buscar al hijo de puta que mató a Martha y hacerlo mierda, no me importa nada, me clavo un par de pastillas y lo hago mierda por más picante que sea. Yo conozco Banfield, siempre fue bravo, pero lo que me da bronca son los rastreros, esos arrastra viejas, esos roba guachos que salen a cazar en moto a la primera gila que ven y la despluman como a una mapache. El sur siempre fue picante, ¿no?, Banfield siempre fue un desastre, la séptima, igual que todas, siempre laburó con el chantaje, los transas y los choripanes que te arruinan por dos pesos. La semana pasada en dos días vi tres choreos a lo punga y otras dos veces tuve que acompañar a dos vecinas hasta su casa porque las venían siguiendo dos lauchas. Es un desastre.

—Los mapaches no tienen plumas, boludo…

—¡Ey! Tranquilo, nene, te va a dar algo. ¿Por qué no nos metemos en el baño y te tranquilizo un poquito? Apretaditos pero juntitos…

—La cana sabe. Saben dónde salen, dónde están, dónde ranchan, para quién afanan, quién les paga la prote y todo. Estoy en un grupo de mierda de inseguridad de Lomas, ese que no sirve para nada. La gente sube fácil diez denuncias virtuales por día de hechos de inseguridad. 

—No es porque sea mi hermano pero tiene razón el chabón. 

—Tranquilo, Fede, te espero en el baño. Tengo un remedio entre los dientes para vos…

—Basta, boluda, estoy triste y enojado. Dejate de joder.

—Dale, vení. Como cuando nos escapábamos los tres al baño del colegio y nos comíamos todo. Les encantaba y ni tetas tenía en esa época. Mi cuerpo estaba intacto a la ciencia. ¡¡Qué viva la ciencia!! ¡¡Qué viva dios!!

Km 604 | 6:21 hs

San Nicolás

Lucy y Fede se metieron en el baño, pequeño habitáculo donde una se sentará sobre el otro y el otro se sentará sobre una. Diego necesitaba pensar solo, la sinfonía desafinada del diálogo no lo había permitido. Se ocultó tras su poder, tomó el libro para principiantes de Lucy, se fue hacia el fondo vacío del micro y se sentó en posición casi fetal, todo lo fetal que le permitieron sus piernas y el espacio de las butacas libres. Había un tipo dibujado en trazos de cómic con el pelo en forma de pico y dos bolsas negras cayéndoles sobre los hombres, era feo, bien feo el dibujo, además le habían hecho una cara de pelotudo, pero esto era subjetivo, él también solía tener cara de pelotudo. En la página 151 el tipo sostenía un saco y mirando al lector decía algo. Diego leyó un poco: Siempre conservé el abrigo agujereado para recordar que los hombres no siempre son amigos del pensamiento. La frase era mala, una mierda. El dibujo era peor. Los gemidos iniciales provenientes del baño ahora eran grititos. Santi roncaba. Los choferes manejaban y tomaban mate. No había nadie más en el micro. La frase era mala, realmente mala. Lucy tenía razón en eso de que “para principiantes” era un chiste. Amagó con tomarse una pasta pero no, mejor no. Ya sabía cómo terminar la historia.

Km 863 | 9:00 hs

Puente de la Noria

Dibujo Verónica Ocantos

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