Para hacer cerámica hay que tener, antes que nada, paciencia y después, paciencia. Los tiempos de la arcilla son largos. Para moldearla, a veces, no puede hacerse todo en una misma pieza entonces hay que armar todas las partes, coserlas y pegarlas; pero cuando se puede hay que tener el cuidado de que sea hueca para no correr riesgo de que explote en el horno. Igual, eso no es ninguna garantía, como nada en esta vida, pero todos hacemos lo posible porque salga bien.
El proceso de secado de la pieza es de a poco porque si sucede de repente, se quiebra o se agrieta. Hay muchas formas de pintarlas, depende de los gustos y de la parte del proceso. Personalmente, es en esta parte (la de secado) en la que me gusta darle los primeros colores.
Mi primer dinosaurio de cerámica fue una sola pieza enorme con el centro hueco, la profesora dijo: moldear la arcilla de esta forma es escultura. Como no existen las garantías y, quizás, como una metáfora bastante obvia de la evolución, el dinosaurio explotó en su primera horneada por un desperfecto eléctrico que hizo que su temperatura bajara drásticamente en un periodo muy corto de tiempo. Era muy grande y muy hermoso para este mundo.
Pasado un tiempo, volví a intentarlo, esta vez con un modelo más pequeño.
Mi madre me preguntó: ¿qué vas a hacer con eso?, ¿para qué sirve?
No me importa mucho para qué sirven las cosas.
Volví a hacer el procedimiento: moldear con mis manos, dejar secar, con una esponja húmeda quité imperfecciones y puse en él los colores más lindos que encontré: verdes, celestes, rosas, naranjas y se fue al horno.
¿Para qué volver a pasar por el mismo miedo?
¿Puede el dolor transformarse en otra cosa?
Luego de la primera horneada esmalté el dinosaurio. Esto quiere decir que le agregué una capa de algo que parece una especie de barro muy finito y mojado que se queda pegado a la pieza y tapa todos sus colores, también usé un esmalte negro para hacerle ojos.
En la segunda horneada este barro se convierte en una capa de brillo que impermeabiliza la pieza y efectivamente fue lo que sucedió.
Así nació mi pieza favorita de cerámica: no sirve para contener algo, no sirve para sostener nada, no es funcional a este mundo, como todas las cosas que se hacen con amor.