Un poema cortito que forma parte de la antología «Ser poeta o ser poema», para conmemorar el Día Mundial de la Poesía y el Equinoccio de Otoño. 



En el otoño, mi corazón se llena de alegría,
Cuando el viento susurra y las hojas caen con armonía.
El café y el té caliente por las mañanas me envuelven,
Me abrazan con su aroma, mi espíritu se eleva y resuelve.

Las mandarinas, dulces y jugosas, en la tarde soleada,
Me regalan un sabor que alegra mi alma cansada.
Bajo el solcito de la tarde, su frescura me refresca,
Y en cada bocado, la felicidad se me antoja fresca.

La noche llega, con su frescura y su misterio,
Me envuelve en su abrazo, me llena de criterio.
La luna brilla en el cielo, las estrellas me susurran,
Y en la oscuridad, encuentro la paz que tanto me gusta.

Pero lo que más me hace feliz, lo que me llena de emoción,
Es el calor de las palabras.
Las conversaciones del lienzo, los abrazos de verdad,
Me llenan de amor y felicidad, me hacen volar de verdad.

El otoño, el café y el té caliente por las mañanas,
Las mandarinas en la tarde, la frescura de las noches hermanas.
Pero, sobre todo, el calor de las palabras, el amor compartido,
Es lo que me hace feliz, lo que me hace sentirme querida.