Y el ángel no era más que un humano.

Un ser sin corazón que me ilusionó quizás sin querer.

Sólo queda un gusto amargo a soledad,

Cuando de su boca solo salen palabras que cortan en pedazos versos que intentan enamorarlo.

Cada lágrima es otra decepción

Cada Margarita deshojada, era otra ilusión que se perdía en el tiempo.

El diablo no quería dormir conmigo.

El ángel tampoco.

Sentada entre el cielo y el infierno,

 Vuelvo al más cruel silencio.

Y así, entre el paraíso y el infierno, 

Entre la noche y el día, 

Entendía que no había nada más que ofrecer.