A veces quisiera preguntarle al destino.
¿Por que tu recuerdo remueve tanto en mi hasta el punto de hacerme llorar?.
Y no, no es un llanto de tristeza.
Es un llanto de una emoción tan profundo y tan grande como el mar, tan intenso como un volcán en erupción.
La misma que me producen tus besos.
A veces quisiera entender por qué tengo tu carita pegada a mi mente.
Como hago para expresar en palabras, todo lo que siento cuando recorro tu cuerpo.
Cuando sin querer te convertís en el mas sexi.
Y me vuelvo loca deseando saber el secreto para volver el tiempo atrás.
O para detenerlo y que eso no termine jamás.
II
La puerta del cuarto se abre a las cuatro.
Su voz despreocupada y su cuerpo relajado se avalancha sobre mí.
Y me besa, desde la cabeza a los pies.
Recorre mi cintura sin querer detenerse.
Hasta que estallo de amor y lo hago mío para siempre.
O por un instante.
O por un instante que sueña ser eterno.
Entonces lo abrazo, lo beso.
Lo miro y el no se da cuenta.
Porque lo miro con amor, con deseo.
Lo recorro yo también, mientras marco en mi memoria para siempre sus brazos de hombre detrás de su cuello.
Su piel contrasta con mi piel.
Y nuestros colores se convierten en magia.
Su mano a veces toma la mia, para darme un beso de despedida.
¡Y no quiero que termine! Quisiera ser… una canción eterna.