En realidad, era Kikyo.

“Lo puro se ensucia, lo sucio se purifica, lo bueno se vuelve malo, lo malo se vuelve bueno, todo lo que vive muere y lo que muere renace.”

 Kikyo

 

Siempre creí

Que era Inuyasha

Terca

Porfiada

Osada hasta rozar la estupidez.

Tenaz

Obstinada

Furiosa con el universo circundante.

Impulsiva

Siempre encolerizada por menudencias

Explosiva.

Egoísta

Solo atenta a mis pasos

Y, a la vez,

Rabiosa contra las injusticias

Vigilando el fuego,

Pendiente de mis seres amados

Altruista sin querer.

En guerra constante conmigo misma

Sin descubrir mi verdadero enemigo

Guardando la ira durante años

Como una flecha clavada en el pecho

Sellada con un conjuro de sueño eterno.

Pesar de un ser

A medio de camino

Entre el orbe de los humanos

Y el de las bestias.

Siempre creí que era Inuyasha

Pero

En verdad,

Era Kikyo.

Alma en pena

Fantasma que vaga por el cosmos de los vivos

Condenada al limbo de la inmaterialidad

Buscando castigo por las traiciones

Incapaz de superar

La muerte violenta.

Rodeada de rencor

Atrapada en la melancolía

Saudade a causa de un corazón roto.

Circundada por serpientes caza almas

Absorbiendo la energía

De quienes se acercan intentando ayudarme.

Resentida con aquellos

Que perpetraron el daño

Sin abandonar mi ser bondadoso,

Pero sin olvidar mi sed de venganza.

Si acaso es lo único

Que quizás tengan en común,

La perseverancia

Y la sensación de habitar un lugar

Al que no pertenecen.

Ojalá el otro lado sea pacífico.

Ojalá al final del camino

Haya belleza de nuevo

Crezcan campanillas,

Escuche el sonido del agua correr.

Ojalá al final del camino

Yo también encuentre mi redención.

Siempre creí que era Inuyasha

Pero

En realidad

Era Kikyo.

 

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