Que del billete no se hable en su divisa como de la pérdida de los próceres, los animales autóctonos o cualquier símbolo nacional que haya adornado nuestro comercio, nuestro mercado. Se amenaza con darnos en adopción a padres fundadores que no solo no nos engendraron, sino que han sido violentos y represivos tutores a lo largo de la historia de un continente catabático. Que no se hable del minimalismo como estética superior, sino como herramienta estética de apropiación, cuyos símbolos resultantes responden a un diseño gráfico de eliminación de particularidades para logos instagrameables. Estilizar siguiendo lineamientos impuestos de una superioridad estética que posiciona al otro como superior y a uno mismo como inferior: olvidar la individualidad colectiva, la particularidad conciliadora, funcionando como filtro de redes sociales que iguala rostros y borra diversidades.

 

Te quieren quitar todo signo de identificación con la colectividad que habita tu patria, con el suelo que te pertenece como vos a él. Así, cuando te veas rodeado de los símbolos de ellos, vendrán a señalarte y decir «esto es mío», y no sabrás cómo negar esa afirmación.