La vida es para mí un cementerio 

y no hay crisantemo entre la hierba 

que de mi tumba al margen ha de crecer.

Fui alguien una vez

y una revelación yendo y viniendo los días 

en vano atravesé el jardín buscando.

Habitaron los huecos de la memoria los ojos.

Musitaron las funestas sílabas que ocasionaron el derrumbe los labios.

No se puede sino elegir el lugar de la caída

que al ocaso de mi secreta nada 

vendrá a concluir.

Fui alguien una vez

y una revelación yendo y viniendo los días 

en vano atravesé el jardín buscando.