Llovió anoche

y se tiñeron plomizas las horas,

húmedo el aire, tibia la piel.

Una gota navega el cristal,

una hoja es la primera en caer,

una estrella la última en irse,

crece el río, brota un lirio.

Intento pensar en lo sublime.

En sus crisálidas dos verdes ojos

y sosegadas las doradas pecas.

Escribo intentando guardar algo de este aire, que muere con el despertador.