La expresión nació de los anticuarentena pero, en su boca, representaba todo lo contrario a ser inteligente. Básicamente consistía en levantar todos los controles al tuntún y ver qué pasaba. Sin embargo, se puede pensar que toda la información recabada por la OMS y el mundo durante estos meses fue un gran insumo para el pensamiento de gobiernos y científicos. También los errores y las tragedias habrán aportado lo suyo en esa amalgama intelectual que se nutre día a día.
Sin duda la humanidad está más preparada para una cuarentena inteligente ahora que en febrero, pero eso no anula la cantidad de vidas que se salvaron gracias a las férreas fases 1, ni lo efectivas que siguen siendo ante los brotes exponenciales. Tampoco es serio decir que ya estamos en condiciones de levantar todas las restricciones y confiar en los nuevos ciudadanos responsables, plenos de data sanitaria. Los que promueven eso van a desaparecer si la curva se va al carajo y los muertos le van a quedar a los que sí se preocupan por la salud. El desarrollo de los protocolos de una verdadera cuarentena inteligente va a llevar todavía unos meses más. Que no nos hagan creer que es mucho tiempo.
Porque por estas semanas, en Argentina ya se empiezan a ver las consecuencias de una cuarentena que ya lleva 77 días y contando, pero para esperanzarnos con cómo sería un aislamiento inteligente, derribemos dos mitos. Primero, la ASPO ordenada por Alberto Fernández y acatada por la mayor parte de la población no es ni más larga ni más estricta que otras cuarentenas alrededor de mundo. Es más, hay provincias y regiones de nuestro país que están acelerando el ablandamiento, permitiendo toda actividad comercial (incluido el turismo, los shoppings y los juegos de azar) y contemplando prácticamente cada actividad social humana: reuniones familiares y amistosas, actividad física, encuentros culturales y religiosos, esparcimiento infantil, funerales. Los anuncios de ayer del presidente profundizaron en esta línea para el 85% de país, al pasar de la cuarentena al “distanciamiento social”. Hay quien podría decir, y me incluyo en este grupo, que hasta se está ablandando demasiado rápido. Lo veremos con el pasar de los días.
El resbalón económico
El otro mito ya lo hemos tratado en estas columnas largamente. La caída económica no es causada por la cuarentena sino por la pandemia. En las crisis de 1929 y 2008 también hubo un desastre sin precedentes, con miles y miles de empresas cerrando y millones de familias cayendo en la pobreza alrededor del mundo. Y no había cuarentena, ni siquiera pandemia, que lo justifique. El petróleo, por citar un clásico generador de crisis globales, ya venía bajando desde antes de la covid y hace su aporte al descalabro monetario mundial, altamente afectado por la guerra comercial entre EEUU y China. Argentina en particular tampoco tenía una economía maravillosa, con default inexorable, recesión de varios años y la desocupación e inflación en aumento constante.
Si a esta parálisis financiera mundial se le agrega el miedo de usuarios y consumidores a contraer la enfermedad y la incertidumbre por no saber qué corno va a pasar en los próximos meses, el cóctel es letal para un sistema capitalista que requiere del consumo, digamos innecesario, para sostener la actividad de gran parte de sus habitantes.
Lo que sí podría evitarse con una cuarentena inteligente son los conflictos de naturaleza humana y que los Estados deberían contemplar con mayor énfasis que los problemas económicos. La salud mental, la violencia de género, el aislamiento de las personas mayores, la sensación de encierro y soledad y miles de problemáticas más que van consumiendo la paciencia de las personas ante un enemigo invisible y que en muchos casos sólo conocen por los noticieros. El agotamiento social que, sumado a la crisis monetaria antes explicada, producen posibles focos de rebelión que pueden tirar por tierra meses de aislamiento obligatorio. Estados Unidos no es un ejemplo en cómo está manejando la pandemia, pero las masivas movilizaciones contra el racismo y la brutalidad policial son virtuales criaderos de coronavirus, de los que veremos los resultados epidemiológicos en una o dos semanas. La covid no distingue las causas justas de las que no lo son.
Y un día apareció la política
Hubo una primaverita en Argentina. El radical dentro de Cambiemos Mario Negri decía que Alberto era el comandante en jefe. Kicillof se mostraba más con intendentes de JxC que con los propios. Gobernadores de todos los colores venían a la Rosada a sacarse fotos. Cuando llegó el coronavirus al país de la grieta, todas las fuerzas políticas se unieron ante el mal mayor. Sin embargo, con el correr de los meses y quizás debido al éxito de esta unidad en el control de la pandemia, se rompió la pax sanitaria entre las dos principales fuerzas políticas de nuestra nación.
Los alineamientos medio que salieron solos. Alberto se enmbanderó en Ramón Carrillo y en la tradición estatal del peronismo para defender la cuarentena como medida fundamental ante el virus. Tal vez picoteó algo del “con la democracia se cura” alfonsinista para entablar buen diálogo con los gobernadores del color que sean y darles bastante libertad en sus territorios pero con una premisa clara. Ante la duda, se cierra. Los distintos poderes y cargos electivos del Frente de Todos se alinearon con su presidente, casi sin fisuras, salvo quizás alguna declaración de Sergio Berni. Alberto conducción.
Con el kirchnerismo tan tirado contra aquel lado, a Juntos por el Cambio no le quedó mucho margen, aunque tampoco sus ideales estaban tan lejos. Defensa de las libertades individuales, promoción de la inversión privada, emprendedurismo. Todos valores notablemente afectados por la regulación excepcional dictada por Alberto Fernández. Primero fueron algunas declaraciones de Macri en el exterior, después las apariciones cada vez más frecuentes de Patricia Bullrich, algún legislador aislado que agitaba en twitter, una declaración de intelectuales afines.
Pasado el miedo de los primeros brotes, los gobernadores e intendentes de Juntos por el Cambio empezaron a diferenciarse de sus pares oficialistas. De los cinco distritos amarillos (CABA, Jujuy, Mendoza, Corrientes y Salta), cuatro tienen algunas de las cuarentenas más flexibles del país, incluso por encima de las cuatro provincias sin covid (Formosa, Catamarca, La Pampa y San Luis), todas del Frente de Todos. Obviamente la excepción es la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por ser el epicentro de la pandemia nacional pero ya se perfila por la conferencia de anoche que el tándem Larreta-Kicillof empezará a tomar decisiones por separado, afines a sus respectivos partidos.
Algunas de estas flexibilizaciones de los dirigentes cambiemitas ya tuvieron sus costos. En Mendoza están permitidas las reuniones familiares pero se realizó un cumpleaños en Las Heras y contagió a 10 personas, varios menores de edad, y puso en observación a 1.500 ciudadanos. En el festejo hubo reiterados incumplimientos del protocolo, incluyendo la cantidad de asistentes. Y esto se debe a una reglamento no escrito de todas las leyes reguladoras.
La teoría de la mano y el codo
Hay leyes que son perfectas en los papeles pero cuando se echan a rodar se deshacen en pedazos. Cuando se trata de regulaciones, las fallas suelen venir por el lado de la clandestinidad. Pensar que la totalidad de los ciudadanos van a respetar hasta la mínima coma de una ley es una utopía, por eso las leyes deben contemplar también la parte ilegal del asunto que regulan. El inciso número uno de este reglamento no escrito podría ser: “si habilitás 5, prepárate para 10”. O, en términos prepandémicos, si vas a dar la mano, prepárate porque alguno te va agarrar el codo.
Algo de esto pasó en Bahía Blanca (Héctor Gay, Juntos por el Cambio) En conjunto con la provincia de Buenos Aires, de signo político contrario (Axel Kicillof, Frente de Todos), se fueron desregulando muchas actividades. Como venimos viendo, el caso bahiense no es grave, pero tuvo y tiene sus puntos conflictivos.
Había entre municipio y provincia bastante armonía hasta que en una de las extensiones de la cuarentena el gobernador Kicillof realizó un estado de situación con claros palitos a la gestión de su antecesora, María Eugenia Vidal, de Juntos por el Cambio. Los reclamos, o por lo menos la mayoría de ellos, eran reales e incluso se puede interpretar que para analizar la situación que se viene era hasta necesario. Pero las declaraciones se hicieron en el anuncio de la extensión de la cuarentena anterior, con el triunvirato sanitario (Alberto-Horacio-Axel) expuesto ante las cámaras. El territorio neutral, la tierra santa donde no se habla de política partidaria.
En la Bahía amarilla esta transgresión cayó muy mal. Sin ningún tipo de encuesta o rigor científico, me animaría a decir que Vidal es la política viva con mayor imagen positiva de la ciudad. Es la referente del PRO, por encima del propio Macri y aún fuera del poder es tratada con mucho cariño por los medios locales más importantes. La ofensa no podía pasar desapercibida.
Fue Nicolás Vitalini, presidente de su bloque en el Concejo Deliberante y para muchos sucesor de Gay, el encargado de contratacar. El reclamo tenía que ver con la lentitud de la provincia para habilitar los protocolos que le enviaba la ciudad, concretamente el referido a los locales de indumentaria. El debate de la cuarentena inteligente. Teresa García le respondió desde La Plata con mejores palabras que estas: “Bahía es una de las ciudades más flexibilizadas pese a todos los casos que tiene. No jodan”. Otra vez, la mano y el codo.
Pero, ¿Cuál era la situación de los locales de indumentaria? Por la complejidad sanitaria del probado itinerante de ropa, las casas de vestimenta y zapatos estaban cerrados, pero habilitados para la venta por delivery o retiro sin ingreso al negocio(el famoso take away). La teoría de los comerciantes a la que se plegaron las autoridades municipales a la hora de elevar el reclamo fue creer que la gente no estaba comprando porque no se podía probar la ropa. También sobrevolaba otro concepto en el aire: no podemos dejar morir a los negocios sin darles la oportunidad.
Los cruces provincia-ciudad fueron creciendo hasta que el intendente Gay terminó declarando que que no estaban habilitados los negocios de ropa pero que desde el municipio no iban a hacer nada para controlarlo. Algunos comercios abrieron y sus ventas no mejoraron por el motivo que venimos sosteniendo en estas columnas: no es la cuarentena, es la pandemia.
Lo que nos lleva a una pregunta filosófica ¿Puede el estado prohibirle a un cazador que vaya a un desierto donde no va a encontrar nada? Los liberales económicos claramente dirán que no, que es la responsabilidad del cazador y si pierde el tiempo o incluso la vida, fue en su propia ley. Sin embargo, se puede pensar que el cazador deja atrás a una mujer embarazada y una parva de hijos que necesitan alimento y refugio. La sociedad entonces va a ser la que mantenga a la esposa y descendencia del terco cazador. Si se llenara de tercos cazadores habría muchos críos que alimentar y el Estado podría volverse inviable ¿Cuál es la respuesta de los liberales para esas embarazadas y niños huérfanos de padre cazador? Que se adapten o mueran. En el caso del coronavirus, por su carácter altamente contagioso, los costos para el Estado y la sociedad son incluso mucho peores que mantenerle la descendencia a un cazador terco.
Volviendo a la praxis, y tratando de buscar soluciones. Entiendo porque la gente no se puede probar ropa que incluye meter la cabeza en el hueco de un buzo o abotonarse una camisa cerca de la cara (sobre todo si se pretende mantener el barbijo o la máscara puesta). Es mucha exposición para los consumidores. Sin embargo, no entiendo porque no se habilita la venta de calzados. Si se hace con barbijo y medias, si se limpian manos y productos adecuadamente antes y después de cada prueba, si se limita la cantidad de personas dentro del local, no podría haber más riesgo de contagios que en un supermercado o cualquier otro rubro donde el consumidor manipula su propia compra.
Cabe destacar que el reclamo del municipio bahiense no es un caso aislado, aunque quizás fue punta de lanza para otros distritos. Olavarría, Campana y Tandil, todas cambiemitas, se sumaron a los planteos aperturistas. Anoche Jorge Macri, primo del expresidente e intendente de Vicente López, se sumó a este grupo con fuertes declaraciones y le dio volumen nacional al reclamo.
El caso de Necochea
Respecto a Necochea, el tema de la política viene bien complicadito. Arturo Rojas llegó a la intendencia en la boleta de Macri y Vidal, de mano del Partido Fe, fundado por el extinto necochense Gerónimo “Momo” Venegas, el único sindicalista de Cambiemos. Sin embargo, el alcalde de la ciudad balnearia se unió a su par de San Pedro (también del Partido Fe) y se fueron de Juntos por el Cambio para unirse a una coalición de seis municipios gobernados por vecinalismos, que ya tuvieron reuniones como grupo ante el gobernador Kicillof. Este movimiento le está costando cortocircuitos con los legisladores necochenses que siguen respondiendo a Juntos por el Cambio y rumores de incumplimiento de la cuarentena por parte del intendente, que hasta incluyeron notas de TN y fueron calificados de opereta por el mismo Arturo Rojas.
Sin embargo, pese a esta rosca política, el brote surgió de la responsabilidad ciudadana. Un caso importado que incumplió la cuarentena se sumó a otras irresponsabilidades individuales que derivaron en el babyshower más famoso desde el de Vicky Xipolitakis. Al día de la fecha ya suman 29 los contagiados a partir de este foco, incluyendo al bebé homenajeado, el primer caso de un recién nacido con covid de toda la Argentina. Obviamente, la ciudad volvió a Fase 1.
La sucesión de contagios necochenses tuvo una trascendencia nacional extra cuando tanto Alberto como Kicillof lo pusieron como ejemplo de lo que pasa cuando se rompe la cuarentena. El gobernador además sumó palabras de elogió al intendente Rojas por su respuesta ante el brote, en lo que podría leerse como un acercamiento político.
La gran pelea que perjudica a correntinos y chaqueños
Pero el caso más claro de pelea política se dio entre las provincias de Chaco (Jorge Capitanich, FdT) y Corrientes (Gustado Valdés, JxC). Como se sabe, Resistencia, en el departamento San Fernando, es la ciudad más afectada por el coronavirus de todo el país, fuera del AMBA. Está por llegar a los 1.000 contagiados. Es parte del 15% de Argentina que Alberto mantuvo en cuarentena obligatoria.
A menos de 40 kilómetros se encuentra Corrientes capital, separados naturalmente por el río Paraná. En la provincia están por llegar a los 100 casos, muchos de ellos originados en el distrito vecina, lo que condiciona las intenciones aperturistas del gobierno correntino. A raíz de esto, funcionarios de ambas orillas cruzaron declaraciones que caldearon el ambiente. El punto máximo de esta escalada lo protagonizó Daniel Pascual, vicedirector del Hospital Perrando en la capital chaqueña. No sólo acusó a sus vecinos de tener una actitud belicosa y criminal hacia Chaco. También recordó una frase atribuida sin rigor a don Domingo Faustino Sarmiento, en un supuesto paso por Corrientes: “Ni el polvo de mis zapatos quiero llevar de esta provincia”. En este link, el audio.
Esperemos que tanto los dirigentes correntinos como chaqueños entiendan que este virus no entiende ni de geografía ni de ideologías políticas y se pongan a trabajar juntos por el bien de sus propias provincias.
Fin con optimismo democrático
Se puede pensar con sobradas razones que las disputas partidarias en momentos de crisis sólo traen problemas. Sin embargo, estos intercambios ideológicos, estos tironeos de una lado y del otro de la patria, también pueden ser un excelente motor para el debate argumental, así como las distintas estrategias de cada gobernador van bridando datos fundamentales para que, en unos meses, con algo de viento a favor, podamos encontrar una verdadera cuarentena inteligente.