un hombre mayor cruza la calle con un bastón trípode
su pierna derecha
a la rastra
deja una estela de martirio
que un hombre más joven
parece querer borrar
exagerando su ayuda
sosteniendo al lisiado
guiándolo
con ansiedad de movimientos inútiles
entorpeciendo se diría
el avance del hombre mayor
cuya cara no refleja
dolor o vergüenza o sacrificio
los autos detenidos que esperan
no son su problema
los ojos
no del todo cerrados
reducen su universo
a sólo una línea
muy fina
una línea nada más de problemas
y el resto párpado propio
oscuro mullido tibio
mundo propio
el tiempo detenido
a su servicio
el alumbrado público se enciende
y es como si la luz
no fuera luz
la luz es ahora un color lavado sin nombre
que ensombrece
la media sonrisa del hombre joven
una mueca pétrea
en la que palpita el semáforo
a punto de cambiar
.
las trompas de los autos se inquietan
casi que olfatean
la pierna inerte
.
.
.
.
.
vos me habías dicho a la mañana:
quisiera poder contarte
sobre la esencia de cada día de mi vida
pero no puedo
y eso es parte de esa esencia
cada día de mi vida
alberga algo espantoso
de una manera indecible
es
el olor de ese almacén
rancio y la luz blanca a punto de extinguirse
o una ilusión de una luz blanca que se extingue
pero que no se está extinguiendo en realidad
un olor vagamente a podrido
siempre presente
y entra un hombre obeso elegante a comprar coca cola
su camisa es amplia
la tela es liviana y oscila
se funde con la luz
el olor
no hay protagonismo
de esto que perturba
tampoco tiene límites definidos
es tan solitario oler
sentir el amague lumínico
concentrarse
alucinar una caída de tensión
el hombre obeso enmascarando estas sutilezas fundamentales
que son la base
sobre la que se arman
todos y cada uno de los días
es incomunicable
no sé si es trivial o profundo
.
me habías dicho:
cada uno de los días de mi vida
tiene de horizonte un abismo
que no puedo asegurar
que exista
.
te escucho
respirás fuerte
la duda la indignación
manan por tus fosas nasales
anatomía que te resulta
insuficiente
para toda la angustia que tenés que expresar
con respecto a
estar viviendo
.
.
.
.
.
la silla de ruedas postural de una nena
se me confunde en un primer vistazo
con un cochecito de bebé
poco después
me parece una jaula
sofisticada y fea
una pieza ingenieril
que la ayuda y que la priva
que la inserta en este mundo humano
de hegemonía bípeda
se me ocurre que
el berrinche que empieza
podría tener que ver
con la naturaleza de la silla jaula
con ir atada y rodando
grita
el rostro de la mujer que la lleva
su mamá
pierde nitidez
los gritos no suenan a algo concebible
quedan por fuera
¿fuera de qué?
de todo
mamá decide que se van de ahí
-una tienda de ropa deportiva iluminada como un quirófano-
empuja la silla
a la vez que se apoya sobre ella
se deja caer porque no tiene más fuerza
a la vez que tiene la fuerza
para empujar e irse
la cara de mamá
es una nube
la cara de la nena tiene múltiples arrugas de expresión
es una cara que exprime gritos
la silla
una jaula
que se empuja
sostiene ayuda priva debilita
rueda para llevar una vida
-y una nube un vapor anexado atrás-
a algún lugar promisorio
como si hubiera
a la vuelta de la esquina
un entorno más compasivo
como si hubiera
en serio
la posibilidad
de una vida mejor