Nombres
Si no podes usar las palabras correctas, si tanto te cuesta llamar genocidio al genocidio, fascismo al fascismo, violencia a
Durante mucho tiempo la pregunta fue por el ser de la literatura y después se pasó al para qué sirve la literatura. Más sensata que la anterior, esta pregunta dio lugar a muchísimas repuestas, casi infinitas según la posición adoptada. La literatura puede describir cómo echan humo las chimeneas de las fábricas o puede tomar la palabra para afirmar su propia imposibilidad de hablar.
El asunto es que, como designa un vacío, la literatura es siempre lo que pasó antes. Por eso se frustraron los intentos de fijar una definición. Cada vez que se dice “es esto”, la literatura ya está en otra parte.
Igual que en las Metamorfosis de Ovidio, cuando a Filomela le cortan la lengua y la encierran, pero igual se las arregla para contar su historia: la borda en una tela. Luego se convierte en ruiseñor, y quién sabe qué más ocurrió después.
Como en el mito, la literatura no tiene otra obligación que la de mutar. Dicho de otra manera, la literatura es siempre lo que está por venir.
Juan José Guerra
buenos días la tristeza fiel compañera el mundo buenos días la fiebre que delira el amor Buenos días canción que
— You’ve got fireflies on your eyes. Hugging arms strong as beetles and smiles like dragonflies in the summer. —
unos criminales de poca monta se ocultan en Highgate cementery sin saber que la cárcel será la menor de sus preocupaciones
sigo sufriendo no soy de los que aceptan no me interesa aceptar yo quiero lo mejor pero no para mí
De nuevo, acá me encuentro, después de mucho tiempo de haber dejado este pasatiempo. Vuelvo, porque me he encontrado derrotado
la poesía me anda como una cucaracha entre las patas desenrrollo el papel para limpiarme el culo es áspero de
Cuyeo es un intento de recrear el sistema del haiku clásico japonés, con todo y sus palabras de estación, pero
Me rodea el arte colores brillantes pero siempre busco el azul, tal vez porque soy sensible, ni él me protege
Dos de mis alumnos estaban muy conversadores durante la clase, así que les pedí que se quedaran al finalizar y les pregunté si pasaba algo que ameritara tanta charla; me dijeron que estaban emocionados por el proyecto que se les había ocurrido para el Concurso Nacional de Ciencias, y me contaron entonces que habían diseñado una máquina del tiempo que funcionaba con buñuelos como combustible. Admito que al principio fui escéptico.