Palabras clave: ESCRITURA Y LITERATURA, CINE Y LITERATURA, CINE FRANCES, REPRESENTACION.

Quienes hemos escrito alguna vez, desde el momento exacto en el que nos enfrentamos a la brutalidad de la primera página en blanco, somos parte ineludible de la marca que se manifiesta luego de haber posado el lápiz negro sobre el papel. Algo que queda después de haber pasado, una huella. Y junto a ello, en una especie a lapso intermedio, la duda: ¿Hacia dónde ir? ¿Cuál es el camino hacia lo literario?

Preguntarse por la literatura es un hueco en ella, un punto que es exterior a su línea recta y que por eso mismo dibuja un espacio vacío, una blancura esencial donde nace la pregunta: ¿Qué es la literatura?. Tal pregunta no se superpone a la literatura, no se añade a ella mediante una consciencia crítica suplementaria: es el ser mismo de la literatura, originariamente cuarteado y fracturado. Al menos eso es lo que nos dirá Michel Foucault, en quien me basaré teóricamente a lo largo de este trabajo en nombre de la claridad y precisión con la que desarrolla su investigación avanzada la primera sesión en De Lenguaje y Literatura. Además, haré mención a conceptos de autores, tales como Derrida, Bozal y Casetti, aplicados al trabajo en general y al análisis del relato “Diario para un cuento” de Cortázar y la película Dans la Maison (En la Casa), de François Ozon, que me ayudaran a profundizar más, en el intento de trazar un camino desde la escritura hacia lo literario.

El primer autor mencionado comienza distinguiendo en primera instancia al lenguaje como el murmullo de todo lo que se pronuncia, precario a la hora de comunicar y al mismo tiempo un sistema transparente que hace que cuando hablamos se nos entienda. Prosigue con la obra, esa cosa extraña en el interior del lenguaje, que constituye un espacio que le es propio y que retiene en ese espacio el derrame del murmullo, que espesa la transparencia de los signos y de las palabras, y que erige cierto volumen opaco, probablemente enigmático. Es entonces cuando aparece un tercer término denominado literatura y que podría definirse como una relación oscura y profunda entre la obra en el momento en que se hace y el lenguaje mismo.

Para ejemplificar lo hasta aquí visto, he decidido citar algunos fragmentos de “Diario para un cuento” en Cuentos completos/2 de Cortázar, un cuento que nunca llega a serlo en el intento de recuperar el recuerdo de Anabel, siempre insuficiente, concibiendo a Anabel como la literatura misma:

“(…) yo enfrento una nada, que es este cuento no escrito, un hueco de cuento, un embudo de cuento, y de una manera que me sería imposible comprender siento que eso es Anabel, quiero decir que hay Anabel aunque no haya cuento. (…) como un deseo mismo de renunciar a toda escritura mientras escribo. (…) Y así al final de la analogía vuelvo a sentir su principio.” (Cortázar, 1994:490/491)

Siguiendo a Foucault, la literatura va a verse obligada a tener un lenguaje único, y sin embargo, un lenguaje bifurcado, un lenguaje desdoblado, no diciendo sino una historia, no contando sino una cosa, deberá en cada instante mostrar y hacer visible lo que es la literatura, lo que es el lenguaje de la literatura. Por consiguiente, cualquier obra dice no solamente lo que dice, su fábula, dice lo que es la literatura. Esto no sucederá en dos tiempos, un tiempo para el contenido y un tiempo para la retórica, sino en una unidad.

Ahora bien, mencionada la noción de tiempo, me es imposible no reparar en Derrida, el primero en articular el factor tiempo a la escritura, basándose por su puesto en investigaciones sobre la psique, llevadas a cabo por Freud. Ambos montan lo que el escritor francés denominará escena de la escritura, en la que, al igual que la psique, se verá en constante cambio, con deterioros y modificaciones de recuerdos sin linealidad; entendiendo a la literatura como un proceso que implica una reescritura, como de forma paralela lo hace el recuerdo tratando de traer ese pasado que nunca fue lejano, al contrario, es presente.

Así pues, en “Diario para un cuento” el autor se sumerge ante la imposibilidad de narrar a causa de no poder plasmar en palabras la imagen viva del recuerdo que, cree, nunca será posible representar con fidelidad. Y en el intento de plasmar ese momento dirá:

“(…) Seguir o no seguir esas hebras: me aburre lo consecutivo pero tampoco me gustan los flashbacks gratuitos que complican tanto cuento y tanta película. Si vienen por su cuenta, de acuerdo; al fin y al cabo quién sabe lo que es realmente el tiempo.” (Cortázar, 1994:492)

“(…) no me acuerdo, cómo podría acordarme de ese diálogo. Pero fue así, lo escribo escuchándolo, o lo invento copiándolo, o lo copio inventándolo. Preguntarse de paso si eso no será la literatura:” (Cortázar, 1994:500)

En la literatura, no existe un encuentro absoluto entre la obra real y la literatura. La obra, lejos de hallar su doble, es la distancia que hay entre el lenguaje y la literatura; una especie de espacio de desdoblamiento que bien puede ser llamado simulacro. ¿En qué y cómo la literatura es simulacro? En el momento en que la vida del autor se suspende, se interrumpe, se cierra sobre sí misma, y donde, en la misma medida en que la vida se repliega sobre sí, la obra va a poder inaugurar y abrir su propio espacio. Y es aquí el lugar en el que quisiera detenerme un instante para abrir paso ahora, yo también, a la ejemplificación de lo teorizado, no en la escritura de Cortázar, que hace de su obra una pequeña representación, un modelo concreto de la literatura, sino en la película francesa dirigida por François Ozon, Dans la Maison (En la Casa); en primer lugar porque considero interesante escapar del texto escrito en dirección al arte cinematográfico, y en segundo lugar, porque esta representación, en palabras de Casetti, de una parte se ve obligada a reconocer el juego en el que se apoya y de otra se ve obligada a ir más allá de sí misma, para encontrar en otro lugar su verdadera razón de existir, como así también lo hace la literatura.

Esta película se encuentra entre lo cinematográfico y lo literario, tanto por el estilo como por la evolución de los personajes. Un profesor de literatura francesa, desalentado y hastiado por las insulsas y torpes redacciones de sus nuevos alumnos, descubre entusiasmado que, por el contrario, el chico que se sienta al fondo de la clase, muestra en sus trabajos un agudo y sutil sentido de la observación. Este chico, que se siente extrañamente fascinado por la familia de uno de sus compañeros, escribirá, animado por el profesor, una especie de novela sobre esa familia (y también sobre el profesor), en la que se traspasa constantemente los límites de la realidad y la ficción. Llegamos al punto en que no distinguimos si la historia relatada está pasando o si sólo es fruto de la imaginación del protagonista.

Desde el comienzo de la película notamos la importancia que tiene la manera de contar, puesto que una de las razones de la decepción del profesor de literatura para con sus alumnos, es la manera precaria y sin profundidad con la que los mismos relatan. Nuevamente, a medida que Germain conversa con su mujer sobre la desesperanza y el hastío ante lo que la nueva generación tiene para contar, descubre un escrito particular que lo deja con ganas de más. La relación que entabla el profesor de literatura, luego de esta primer tarea para el hogar, con Claude, el narrador poco convencional, podría analizarse como la mirada de aquello establecido y considerado literario frente a una nueva manera de decir, que no solo dice lo que dice, sino que cuenta también su propia manera de decirlo. A continuación citaré un fragmento de la película en la que Germain y Claude conversan sobre ciertas cuestiones que ayudarán a comprender lo argumentado hasta el momento en profundidad:

-¿Es una parodia?

+ ¿Parodia?

-Tal como describes la llegada del padre de Rapha, su forma ridícula de hablar, su conjunto deportivo… Exageras los rasgos para que el lector se ría.

+No, de verdad es así.

-Entonces es realismo.

+ ¿Cómo realismo?

-Como si tuvieras una cámara y lo grabaras todo por un agujero.

+No.

-¿Es una estilización? ¿Escribes lo que ves o lo transformas?

+No lo pongo todo, me da igual que la ropa deportiva sea verde o azul.

-¿Por qué en presente? ¿Por qué usas el presente?

+Bueno, para mí es la forma de quedarme en esa casa.

-Bien. Lo primero que se plantea un autor es para quien escribe. ¿Para quién escribes? Es muy fácil sacar a la luz lo peor de cualquiera para que los mediocres se sientan superiores, se rían de él y lo ridiculicen. Lo difícil es acercarse al personaje sin condenarlo de antemano. 

En el fragmento que acabamos de leer, el profesor comienza a guiar a este alumno peculiar, fuera del horario de clase, de modo que pueda dar una dirección argumental asertiva esta vez (y con esto hago referencia a la obra de Germain, la cual no logró tener el éxito que esperaba), en base a sus conocimientos estructurales y lecturas de autores referentes, tales como Flaubert y Dostoievski. En un desesperado intento de ubicar aquello que va leyendo, menciona géneros que le son familiares y podrían funcionar. Uno de ellos es el realismo, y sobre este podemos señalar que no existe en la literatura una visión independiente de las condiciones históricas, sociales y personales, para lograr un reflejo amplio y objetivo de la realidad. La escritura es aquella que permite que la literatura sea lo que es, creando una de las diferentes maneras que existen a la hora de representar la realidad, pero sin ser lo real. Es la invención constante de lo que nosotros, sujetos, con nuestras implicancias en una sociedad, podemos percibir como real. Es la construcción de las paredes que se esculpen en función de dar abrigo a un hogar, como lo es la literatura.

Prosigue el profesor con una pregunta no inocente (¿Escribes lo que ves o lo transformas?), y sobre la cual Bozal, con respecto a su teoría “Representación y sujeto”, tiene una distinción interesante. En Mimesis: Las imágenes y las cosas, el autor previamente mencionado nos dice que no es lo mismo ver y mirar; el primer término consiste en percibir visualmente y el segundo implica observar detenidamente algo, prestarle atención desde otro lugar. Recién a partir de esto los sujetos pueden construir una visión del objeto en cuestión.

Para Bozal toda representación es creación de la subjetividad, porque todo representar implica un sujeto que se involucra. Y este a su vez, depende de una subjetividad que consiste en una creación histórica y colectiva. De un mismo objeto es posible construir infinidad de figuras, todo depende de quién, cómo y con qué intereses lo mire. Representar es organizar el mundo fáctico en figuras, comprender al mundo desde la vivencia, construir desde un lugar que nos permita elaborar conocimiento.

Explicado esto, avanzada la película, la vista de Claude se abre paso a una mirada que manipula con perfección la intriga, a tal punto que no solo nosotros, espectadores, dejamos el control sobre aquello que es real y aquello que no, sino que los personajes mismos, en manos de este alumno, ya no encuentran distinción entre ser creadores de su vida o hacer de su vida una creación.

Finalmente, y sin final, ambas posturas se sonríen ante la afirmación, por parte de lo que aún no es completamente aceptado como literario, de que eventualmente encontrarán la manera de entrar en los hogares y para ello necesitarán todo lo establecido y más.

-¿Cuál era la genialidad de Dostoievski? hacer de seres normales, patéticos, lamentables, personajes inolvidables. Pero si deseas ser un caricaturista…

+Dijo que los observara, escribo lo que veo.

-Si solo ves la fealdad muy bien, pero en ese caso transfigura, transforma. ¿Entiendes? Y si no, quizá no sea lo tuyo.

****Un último fragmento para su apreciación, y para comprender que un autor no clausura un sentido, juega con los sentidos de la vista. 

La literatura entonces es todo lo contrario a algo inefable, es habla, es algo que se está por decir y se puede decir, pero ese lenguaje en el que se dio esta hecho de ausencia, de blancos. La literatura es literatura cuando algo no se ha escrito. Por eso está unida al silencio, al secreto. La literatura es una distancia al interior del lenguaje. la literatura es literatura sólo en su comienzo. Es por ello que no existe en realidad una única respuesta, al menos tentativa, que pueda indicar hacia dónde ir partiendo de la escritura, camino a la literatura.

Con el perdón de Derrida y Cortázar: 

solamente yo me acuerdo de algo que es tan poco pero que vuelve y vuelve desde allá, desde lo que acaso hubiera tenido que ser de otra manera, como yo y como casi todo allá y aquí. No me queda casi nada: ni la cosa, ni su existencia, ni la mía, ni el puro objeto ni el puro sujeto, ningún interés de ninguna naturaleza por nada. Ningún interés, de veras, porque buscar a la literatura en el fondo del tiempo es siempre caerme de nuevo en mi misma, y es tan triste escribir sobre mi misma, aunque quiera seguir imaginándome que escribo sobre la literatura.

Bibliografía:

Foucault. M. (1996). De lenguaje y literatura (Isidro Herrera Baquero, trad.). Barcelona: Ediciones Paidós.

Bozal, V. (1987). Mímesis: las imágenes y las cosas. Madrid: Visor Distribuciones- Ediciones Antonio Machado.

Casetti,F. (2005) Teorías del cine 1945-1990. Ediciones Cátedra, Madrid.

Cortázar, J. (1994). Cuentos completos/2. Buenos Aires: Ediciones Alfaguara.

Dans la maison (En la casa. Dir. François Ozon). 2014.

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