Lo que hace que un rey sea rey

no es su forma de nunca abandonar el trono.

Hablemos de la ética de los lugares.

¿en dónde estamos?

Vos sabés que uno no puede atarse al cielo

y quedarse en suspenso ahí para siempre.

No. Siempre se nos cuelgan pequeños pesos

como gargolitas.

   

Lo que uno desea no es siempre vital.

Al contrario, está más cerca

del polo opuesto. ¿Cuál es mi ubicación

en esta distancia? Pongamos como punto

de partida el verbo «querer».

¿Quién es el sujeto? Lo que hace que un rey

no es su lugar en la oración tampoco.

Hablemos de eso.

   

En los autos siempre hay una abolladura

que no nos deja deslizarnos adentro

fácil o delicadamente.

(¿es la suavidad sinónimo de tierno?)

Una violencia previa que no tiene que ver

con nosotros. Pero tampoco sé muy bien

con qué sí. Por algo los reyes no manejan:

son transportados.

   

Pienso en esto como una traducción,

un reflejo de las asimetrías o un jardín

recién desmalezado en su centro.

Hay muchas cosas

                                      

                       que no deben ser dichas.

Por algo los reyes no hablan tampoco,

no tienen un lenguaje propio. Son

mediadores divinos. 

     

Lo que hace que un rey sea rey

no es un lugar (no) no es su voz (no)

es su carencia (no).

Esto es una pregunta sobre el poder.

Un momento de debilidad no debería tener

castigo alguno. Pero igual alguien se ríe

cuando ve a los reyes caerse.

E igual siguen teniendo ese nombre.

    

Vos me llamás distinto cuando las cosas

cambian de lugar. ¿Es el vocativo

el centro vital de todo el poder?

Por algo Dios no tiene nombre más que Dios.

Es imposible decirle de otra manera.

Lo mismo con los reyes con los títulos.

Pero yo no soy ni Dios ni rey ni centro

vital.

    

Tampoco sé muy bien qué soy

¿no es ese el problema filosófico

más antiguo de todos? ¿no saber

qué es el mundo? ¿darle un lugar /

un nombre / habitarlo / distribuir

el poder entre varios / morir?

claro, como la vida.