Ayer a la tarde, Esteban Lamothe publicó en sus redes un nuevo cortometraje en el cual participó. Sin embargo, este corto tiene una particularidad: fue dirigida y guionada por el actor.

Si están aburridos durante la cuarentena, tienen que ver esta filmación. Sinceramente, hace muchísimo no me enganchaba con nada cinematográfico. Pero este proyecto me llamó mucho la atención. En un principio, porque está subido a Youtube y es de fácil acceso para cualquier persona que lo quiera ver. Aún así, una vez que empieza el corto, es imposible detenerlo: la tensión te impide apartar la vista.

Hay un alejamiento de la clásica estructura narrativa. Los límites entre el inicio, el conflicto y el final están difuminados. Todo el tiempo estamos buscando respuestas pero lo único que llegan son preguntas. En ningún momento, se intenta explicar lo que está sucediendo. Y ahí, en esa ausencia de certezas, en esa falta de direcciones que orientan comúnmente a la audiencia, se encuentra el suspenso. Eso es, quizás, uno de los detalles que más me fascinaron de la película: el espectador debe permanecer activo si no quiere perderse en ese entramado de interrogantes. Es muy difícil realizar esto. Siempre que contamos una historia, tendemos a relatar todo para que el otro nos entienda. Sin embargo, en «El Bosque», Lamothe consigue construir una narración fragmentada que nos mantiene al filo de principio a fin.

Por otro, este film no podría sostenerse sin la genialidad del guión y de la fotografía. Si bien los diálogos son muy pocos, son fundamentales para la trama. Una conversación por teléfono, una charla con su hijo, una presentación en un boliche, un diálogo fuera de «El Bosque» y un encuentro amoroso serán el marco de líneas breves pero de una densidad semántica increíble. ¿Un ejemplo? Esta frase: «Vos, yo, los que van a venir: todos se están yendo».

Y como dije, la fotografía no puede quedar atrás. Hay un equilibrio justo entre lenguaje fílmico y lenguaje verbal. Lo visual está acompañado de la palabra exacta. Hay un juego de luces y sombras maravilloso, que no solo son parte del relato, sino que también lo construye. La brevedad de los diálogos exige que nos sumerjamos en toda la información que nos brinda la imagen, hasta en los más mínimos detalles. Ahí también está la historia: en el travelling, en los cortes de escena, en los enfoques, en los acercamientos y alejamientos. Finalmente, a lo último, estos dos lenguajes mencionados se emparejan con otros: la danza y la música. Quizás, en un guiño a la escena final donde los personajes bailan un vals.

Sin embargo, no voy a hacer ningún spoiler porque quiero que la vean. De esta manera, quiero terminar esta reseña de «El Bosque» con quienes son parte de su creación.

El elenco está formado por Esteban Lamothe, Luis Ernesto Sánchez, Verónica Peloso, Toto Herrera, Stephanie Petresky, Katia Szechtman, Manolo Lamothe, Raúl Sánchez, Mariana Sanguinetti y Obdulia Milano. 

Así como comenté al principio, el guión y la dirección están a cargo de Lamothe. También, participó en la producción, en conjunto con Katia Szechtman y HD Argentina. Asimismo, Katia es asistente de dirección junto a Martin Vilela y David Szechtman

Como asistentes de producción, se encuentran Victoria Van Quekelberge, Juanse Álamos y Lautaro Canavesio. Por otra parte, Ninon Cottet participó como coordinadora de post-producción.

La fotografía estuvo en manos de Alejo Maglio, y la edición en Santiago Esteves, mientras que la música y el sonido fueron realizados por Ulises Conti y Marcos Canosa, respectivamente. La mezcla de sonido fue hecha por Roberto Migone.

El vestuario fue confeccionado por Lara Sol Gaudini y la coreografía dirigida por Manuel Atwell. Como colorista, estuvo a cargo Maximiliano Pérez.

El trabajo de gaffer fue hecho por Federico Martini y Camila Scarzello, y el de foquistas por Brian Bendersky y Mercedes Laborde.

Por último, les comparto el link para ver «El Bosque».

¡Que la disfruten!