Últimamente creo estar feliz. No es que me ría menos; o mas. Sencillamente lo creo. Y creerlo es todo un acontecimiento en mi vida: pues suelo vivir en un estado de alerta que oscila de molestia en molestia: sensación gestada por algo que también me gusta llamar el Horla: un poder invisible que no defino, pero reconozco; sobre todo por el despertar de cierta ansiedad en los momentos más inesperados de mi vida mundana y social. Pero últimamente estoy bien; es decir, estoy en tregua con el Horla. Esto es significativo. Por eso recordé dos cosas y decidí compartir cuatro poemas.
La primer cosa que recordé corresponde a un artículo que leí hace tiempo, es de mi gurú literario, Fabián Casas. El artículo es hermoso, y finaliza con una cita poética: “Abril es el mes más cruel, engendra lilas en la tierra muerta”. El verso pertenece a T.S Eliot, es el comienzo de su gran poema The Waste Land. Casas recuerda que ese verso se le volvió muy claro cuando se dio cuenta que en abril empieza la primavera en el otro hemisferio del planeta (distinto al nuestro). Entonces lo que T.S Eliot estaba diciendo era que el ciclo del nacimiento de las flores, siempre tan celebrado, podía ser una imagen fatal para otros. «Así que ya saben: “Septiembre es el mes más cruel, engendra lilas en la tierra muerta”.
Hay razón en eso: definitivamente es contraproducente transitar la tristeza en una estación tan colorida: va, más que contraproducente es más amargo. Es como estar triste en un circo. O llorar de aburrimiento en una película de Tarantino. O estar deprimido en el día de tu cumpleaños. Pero: ¿Hasta donde es necesaria y permitida la tragedia en un contexto dónde la felicidad está al alcance de un producto?
La segunda consideración es sencillamente la siguiente: en tres días comienza el verano y no quiero dejar pasar el tiempo para compartir cuatro poemas muy viejos que escribí exactamente en el mes mas cruel según Eliot (cuatro poemas que me despiertan indudablemente cierto pudor). Son poemas del Lucas del pasado: pero que satiné en breve, y que siempre evadí compartir por considerarlos “mala poesía” (si es que acaso existe ese concepto). Ahora pienso en Juan Sklar, él dice que: es esencial escribir cosas malas (o sencillamente escribir lo que nace en el instante exacto al modo poeta), así se elimina la barrera de la censura. Una censura principal es la búsqueda de la calidad: la falsa y tiránica sensación de escribir algo significativo; algo que transcienda socialmente, algo digno de ser recordado; algo que rompa los cánones establecidos por la institución literaria. A diferencia de esto, dice Sklar: hay que escribir todo al principio; en su mayoría los pensamientos inmediatos: sobre todo escribir cosas que no te gusten en un primer momento. El juicio de si esta bueno o no; se usa como censura, y paradójicamente existe la posibilidad de que se censure algo que sea considerado “malo” cuando en realidad sea excepcionalmente genial para una mirada ajena (pienso en la antología inédita de Megan Boyle).
Y yo, querido lectores; no soy ni Borges, ni Boyle, ni Cortázar, ni Proust, ni Corso, ni Storni.
No voy a romper ningún canon.
Ni voy a transgredir las fronteras literarios.
No voy a crear ningún subgénero.
Ni a polemizar a través de la ecopoesía todas nuestras injusticias sociales.
Estas son tan solo notitas de Whatsapp escritas por un estudiante universitario.
Esta es hoy la historia de mi vida y acá no cabe la censura:
I
espero bondis que nunca llegan
y veo irse los que debo tomarme.
mi mejor inversión
es el orgullo que manejo
por vivir a destiempo.
exhibo cada fracaso como un triunfo:
hoy en la calle buscaba ojos
que no encontraban a los míos
los peatones veían en cambio
el cemento húmedo
y escuchaban música sin cantar
mientras su mirada se perdía
en un punto indescifrable.
II
en días como estos
de mucho sol
tenia once años e iba a la casa de un tío-abuelo
él me decía
que nunca aprendió a escribir ni a leer
pero eso no le daba vergüenza
a él le decían «pecho» de apodo
y nunca supe por que
el fumaba cigarrillos y cuidaba caballos de carrera
desde que tenía mi edad
hoy soñé con caballos
uno estaba herido y por eso me acuerdo de él
incluso en mi ficción
si mi tío aún estuviera vivo
dedicaría su vida entera a que mejorase
y eso
es para mí trabajar del cariño:
cuidar con tus manos
todo lo que está herido.
III
junto flores
que encuentro en la vereda
(siempre antes de que se marchiten)
porque deposito en ellas
la magia necesaria para
afrontar días como estos:
espero sanar con
mis propias creencias
la oscuridad que persigue
a la existencia humana
la oscuridad que
me persigue a mí
será que es la maldición
de los sensibles mortificarnos
a nosotros mismos y será
que es una época oscura
donde nadie cree en nadie
y si es así
(porque es así)
entonces me alegro
de verdad me alegro
de haber creído
en una persona
como vos
IV
quisiera de verdad
que lloremos juntos
viendo una película
o escuchando una canción triste
(como creep de radiohead)
podemos comer helado
los viernes
dormir en la misma cama los domingos
pasear
por los parques andar en bicicleta
ir al cine
podemos ser la mantita polar el uno del otro
cuando el frio no sepa dar otra cosa
que soledad
podemos hacer todo lo que hacen
aquellos que se quieren
y creen perpetuar su amor
poniéndole titulo
a lo que comparten
pero yo no quiero
ponerle titulo a nada
yo solo quiero quererte
@lucasnicolasqu