Los otoños que parecen primavera
ponen a la ciudad muy tensa,
hermosamente tensa

como si estuviera bajo una niebla
que por el contrario
hace todo más visible;
más sólido el color,
más lucido el ojo,
el sabor más penetrante
y todo el ruido
siempre igual.
 
Pero como nadie lo nota
yo leo,
te leo
y me entero.
Me entero en mi faltante,
lo que falta me entera,
el agujero vacío
que me hace poner
los ojos primavera (en pleno abril)
y ver la luna inmensa
acechando el día
y copando las noches.
 
Lagunas iluminadas
hablan
cuentan,
esos caminos cuentan
los pasos.
 
Saber nombrar es una llave
pero el silencio
es la puerta.
 
En todo se deja ver
una presunta obsolescencia.
 
El río que atraviesa
todo invade
todo rompe
menos la piedra.