Buenos para nada 33

Escucha el ruido de la puerta. Tiene visita. La moto ya no ruge. El saludo es un beso, se toman de la mano, sonríen despacio. Se miran y se besan en el umbral. Se cierra la puerta. Pasan dos sombras por las cortinas de algodón blanco del ventanal. Se sientan en el sillón blanco. Se besan. Abren los ojos, alguien insinúa que no resiste las miradas achinadas. Le abraza y le acaricia la espalda. Otra vez cierran los ojos. Otra vez se besan.

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